martes, 1 de marzo de 2016

Oreos, doritos y Mr. Trump.

Desde que dio inicio a su campaña en pos de la candidatura del partido republicano a la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump ha hecho del discurso duro una de sus constantes, teniendo como eje principal el hacer de los mexicanos el blanco de sus más severas acusaciones. Después de su primer acto -aquel en el mezzanine de las Trump Towers-, declaró ante algún medio que su discurso había sido “improvisado”. Si hemos de creerle, yo afirmaría que esa improvisación se convirtió en el pilar de su campaña (algo parecido a lo que a Vicente Fox le sucedió con el archifamoso “hoy, hoy, hoy”), dada la cantidad de veces en que posteriormente ha hablado del tema con el mismo tono.
Las reacciones a las violentas y poco políticas declaraciones de Mr. Trump han sido muy variadas: solidarias -empresarios, actores, cineastas, chefs famosos que se niegan a hacer negocios con el magnate-, internacionales -personajes de todo el mundo manifestando su rechazo y su repudio a sus virulentas declaraciones-, y hasta grotescas -como la perfectamente olvidable y espantosa canción “Todos somos México”, producida por Emilio Estefan en un momento que, seguramente, juzgó oportuno-.

En este fragor electoral, algo que me llama poderosamente la atención es el seguimiento al comportamiento de algunas minorías -concretamente, las hispanas, y todavía de manera más precisa, los “mexicanos” residentes en Estados Unidos- en los medios de comunicación. Contra lo que cualquiera pensaría, existe un interesante porcentaje de “mexicanos” que se manifiestan a favor no solamente de que Mr. Trump sea el candidato del partido republicano, sino que se convierta en el próximo inquilino de la Casa Blanca. Léase el siguiente artículo publicado por el muy afamado Huffington Post:
http://www.huffingtonpost.com/2015/07/24/donald-trump-mexicans-new-hampshire_n_7864980.html

La postura de estos “mexicanos” se endurece hasta el punto de afirmar que la frontera estadounidense debería permanecer “cerrada” para México al menos 10 años. Lo de "mexicanos" va entrecomillado no por moler, sino porque, en realidad estas personas, que se autodenominan mexicanos, hace ya tiempo que no lo son. Se incluyen en ese grupo y su postura al apoyar a Mr. Trump les hace muy distinguibles. Pero, no por pertenecer a cierto grupo se piensa de alguna manera y estos “mexicanos” son el ejemplo. Esto me lleva al punto que quería tratar.

En los Estados Unidos, las archifamosas galletitas "Oreo" han servido para denominar, irónicamente, a los ciudadanos de color que piensan como blancos. A black person with a white mind. Y existe aún un  término más complejo: “reverse oreo”, que se refiere a una persona que, siendo de piel blanca, ojos azules y cabello rubio, piense como una de color. Supongo que esas son las "Uh-oh!" Oreos.


A manera de analogía, quiero referirme a estos ciudadanos de origen mexicano cuyas familias llevan viviendo en Estados Unidos al menos una generación. O dos. Personas cuya fisonomía es de mexicano, pero cuya mente e ideas han dejado de serlo desde hace ya tiempo. Hijos de migrantes que hablan el español en sus casas con un fuerte acento americano, y que en público no se sienten cómodos haciéndolo. Nietos de migrantes que ya no saben más que unas pocas palabras en español y  ya no tienen intención de aprenderlo. Estos americanos tan poco mexicanos vendrían a ser como un Dorito, es decir, una fritura que parece hecha de tortilla y que “pica”, pero que ni es tortilla ni pica en realidad.
Reitero,  no por pertenecer a cierto grupo se piensa de alguna manera, pero los estereotipos generalizan de manera engañosa.

Lo importante, por sobre todas las cosas, es ejercer la facultad de pensar. Eso lo puede hacer toda la gran variedad de grupos que existen en Estados Unidos. Y habiendo pensado cuidadosamente, elegir de manera madura, estando dispuestos a afrontar las consecuencias de nuestra elección. En el caso de los partidarios de Mr. Trump, quienes mucho alaban su facultad de decir las cosas "sin pelos en la lengua", como decimos en México, deseo simplemente que sopesen lo que significa tener en la Casa Blanca a alguien que esgrime la intolerancia como su mejor argumento, en un país donde el racismo y la discriminación están lejos de haberse terminado -y para muestra, basta una Oreo- y donde las matanzas por motivos de intolerancia son cosa de todos los días. Sólo por mencionar un hecho, que conste, no es por moler.

El dato inútil.
Por cierto....¿Sabía usted que la famosa galletita de chocolate con cremoso relleno de vainilla se fabrica en cuando menos, otros treinta sabores entre los que se cuentan plátano, menta, dulce de leche, crema de café, limón, mantequilla de maní…? Amén de presentaciones grandes, chiquitas, en forma de pastel, en helado...

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