domingo, 26 de febrero de 2017

Me ha costado trabajo escoger el vestido.

3. Me ha costado trabajo escoger el vestido. Mamá me ha acompañado a diferentes establecimientos y me ha escuchado arrepentirme mil veces por no haber adquirido el primero que me probé, que era perfecto, y que unos días después ya no estaba en el aparador. El que ahora llevo tiene una ligera caída de hombros que rodea al discreto escote barco. Me he revisado mil veces ante el espejo y me siento extraña con mi tieso peinado, e insegura a bordo de ese vestido. Pero ya estoy lista; no hay más que ir al templo donde se celebrará la misa de graduación por el fin del ciclo escolar. Estamos por trasponer la puerta cuando Papá, también arreglado para la ceremonia, me pregunta:
-¿Vas a taparte de algún modo?
Tengo diecisiete años y una gran inseguridad sobre mi aspecto físico. No me quitaré la estola en toda la noche. Papá tiene sesenta y muchas otras cosas en que pensar.

(De la Serie "Diez instantes con mi Padre". Escrito por Beatriz Maruri Aguilar)

Vamos caminando por la calle de Mar Mediterráneo

2. Vamos caminando por la calle de Mar Mediterráneo. Papá me recogió de la escuela, al pasar de su trabajo. Enfundado en su traje se ve muy elegante, y yo me siento muy feliz brincoteando y parloteando a su lado. Pronto llegaremos a casa.
Hemos doblado la esquina y junto al puesto de periódicos está mi compañero Rodolfo, en compañía de su madre. Me percato de su faz llorosa y por un instante me pregunto a qué se debe el llanto. La interrogante dura poco; la señora nos ha detenido y dice estar inspeccionando las mochilas de los compañeros de su hijo para encontrar el lápiz que ha sido “robado” por alguno de ellos. Mi mochila pasa la revisión y la señora extrae mi lápiz. Ese que cuido tanto, después de los regaños que me he llevado en casa por mi tendencia a extraviar mis pertenencias. Ese que me han dado para reponer el anterior, y que he procurado no perder de vista. Con el objeto en la mano, declara que es el de su hijo.
Papá no me consulta. Sencillamente, me golpea en plena calle, sin decir palabra.
El resto del trayecto transcurre de manera silenciosa, entre mis esfuerzos por mantener el paso, y por contener infructuosamente un llanto que tiene el sabor amargo de la humillación.
Tengo siete años. Papá tiene cincuenta y es jefe de materia en el campus “El Rosario” del Colegio de Bachilleres.

(De la Serie "Diez instantes con mi Padre". Escrito por Beatriz Maruri Aguilar)

Es un cuarto de baño de tamaño reducido.

1. Es un cuarto de baño de tamaño reducido. Entrando, a mano izquierda, está el inodoro, y a la derecha, un lavabo con pedestal. Dos pasos más y el recorrido termina abruptamente en el borde de la bañera que ocupa todo el fondo de la habitación, y cuya cortina normalmente se encuentra abierta en horas de desuso. Me encuentro sentada en el borde de la bañera, un día cualquiera, a una hora cualquiera. Sostengo un libro sobre mi regazo. Es un libro de pastas color blanco encuadernado a la rústica, cuya portada tiene un dibujo muy simplificado de la cabeza de un oso. Su cara redonda, sus ojos redondos, y sus orejas redondeadas. La página en la que tengo abierto el libro tiene una gran letra “M” en tipografía también redondeada de tonos azules.
Papá me explica que cuando la consonante “m” se junta con la vocal “a”, se forma la sílaba “ma”. Está sentado junto a mí en la orilla de la bañera.
Tengo cinco años y acabo de entrar a la primaria. Papá tiene cuarenta y ocho, y hace poco que trabaja de Maestro de Inglés a tiempo completo, después de haber sido despedido con cajas destempladas de la empresa a la que dedicó veintisiete años de su vida laboral.

(De la serie "Diez instantes con mi Padre". Escrito por Beatriz Maruri Aguilar)

viernes, 3 de febrero de 2017

El Jardín Botánico en Cadereyta.

El caminante que avanza en dirección Sureste desde el centro de Cadereyta de Montes, abandonará paulatinamente las calles de pisos adoquinados y casas señoriales, acompañado por la melodía que entonan las campanas de la Parroquia de San Pedro y San Pablo. El sonido le seguirá arrullando mientras atraviesa la zona en la que se erigen las Fuentes y el Pilancón, depósitos y conducto de agua respectivamente, cuya existencia da prueba de la voluntad de los cadereytenses de permanecer habitando esta región, una vez que el venero natural del cual se abastecían hubo menguado drásticamente.

En su andar, podrá toparse con escenas de corte rural y ecuestre, y con jóvenes charros que en pleno siglo XXI practican el floreo de la cuerda en la vía pública, con el teléfono celular guardado en el bolsillo trasero del pantalón. Con la reflexión del presente que se vincula con el pasado, el caminante se adentrará en un camino empedrado que señala el fin de la zona urbana y atraviesa terrenos que muestran las señales del uso a través del tiempo. La agricultura de temporal y el pastoreo de ganado menor han sido el sustento principal de esta región a lo largo de los últimos siglos, y las cicatrices de estas labores son visibles aún en las áreas que no están completamente transformadas.

La vida silvestre también sale al encuentro y es posible apreciar otro tipo de paisaje que va apareciendo en la ladera Sur, formada por grandes columnas de piedra de origen volcánico, que forman un acantilado en cuya base prospera una ladera pletórica de vegetación. Añosos mezquites comparten su suelo natal con otros elementos arbóreos que llegaron para asentarse de manera definitiva en el paisaje mexicano. Altos eucaliptos y frondosos pirules, son ejemplo de las especies que también se sitúan a la vera de esta senda y que por las mañanas filtran entre su follaje una luminosa mezcla de diferentes tonalidades de amarillo y verde. Los trinos y llamados de las aves silvestres ofrecen ahora el suave fondo musical.

Es en esta senda donde nuestro caminante vislumbrará la pared de tono rojo óxido que delimita el muro exterior del Jardín Botánico Regional de Cadereyta “Ing. Manuel González de Cosío”. Será recibido por una escultura de piedra del sabio señor maya Itzamná y por el escudo metálico que representa a la biznaga dorada, símbolo mundial de la conservación de las cactáceas, el Echinocactus grusonii Hildm., y traspasará el umbral para efectuar su visita.

El caminante se enterará de que ha llegado a una institución que pertenece al Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Querétaro, que tiene por misión “Servir al Estado de Querétaro mediante la generación de un mayor conocimiento científico y conservación de sus recursos vegetales”; y de que los trabajos que aquí se efectúan para alcanzarla, están organizados bajo tres grandes objetivos que todo jardín botánico sensu stricto debe cumplir.

El primer objetivo es el mantenimiento de una colección viva de plantas, reunidas bajo un propósito particular. En el caso del Jardín Botánico Regional de Cadereyta, como su nombre ya lo indica, la colección viva reúne principalmente a la flora del Estado de Querétaro, con especial énfasis en su porción semiárida; está acomodada bajo criterios de orden taxonómico y geográfico, brindando al caminante un espacio didáctico en el cual aprende las características e importancia de estas especies. Sin embargo, a más de ser un espacio de belleza espectacular que se integra y refuerza el paisaje silvestre, la colección es también un valioso reservorio de germoplasma para fines de conservación ex situ, esto es, “fuera de sitio”. La conservación ex situ de especies amenazadas en el medio silvestre, y de la flora en general, es una de las principales metas de los jardines botánicos de México y del mundo entero. En el Jardín Botánico Regional de Cadereyta, el caminante podrá conocer cerca de 300 especies diferentes, así como el proceso mediante el cual son legalmente colectadas, apropiadamente establecidas y meticulosamente mantenidas, cuidadas y documentadas a lo largo de su existencia.

El segundo objetivo es la realización de actividades educativas. El Jardín Botánico es un aula viva, y a lo largo de su visita, nuestro caminante recibirá un mensaje que lo ilustrará acerca de la diversidad florística del estado, de la relevancia que reviste su conocimiento y conservación, y de la importancia de las acciones cotidianas que cualquier persona puede efectuar en bien de la diversidad biológica y los servicios que nos presta. El programa educativo del Jardín Botánico Regional de Cadereyta tiene especial incidencia en los grupos de escuelas primarias de la cabecera municipal y de localidades cercanas, que acuden dentro de un programa de visitas, a realizar diferentes actividades educativas que complementan su formación y les preparan para ser, en un futuro, ciudadanos conscientes, sensibilizados y activos hacia el cuidado de la naturaleza.

El tercer objetivo es la generación de conocimiento a través de actividades de investigación científica. El Jardín Botánico trabaja, sea por su propia cuenta o asociado a instituciones nacionales y extranjeras, en el desarrollo de trabajos que generan conocimiento sobre diversos aspectos de la flora del estado de Querétaro. Dos de estos aspectos son: la evaluación del estado de conservación de las especies de flora, y el desarrollo de métodos de propagación de especies mexicanas de plantas. En un país megadiverso como el nuestro, estas actividades son de central importancia para asegurar la conservación de nuestros recursos florísticos, reforzando su conocimiento, rehabilitación y restauración. El caminante puede observar en primera persona los resultados de estos esfuerzos e inclusive adquirir una plantita propagada en el Jardín Botánico, o bien, alguna de las publicaciones aquí escritas.

Concluida la visita formal, nuestro caminante podrá disfrutar de las diez hectáreas que conforman el predio del Jardín Botánico, seguir aprendiendo a través de las señales de sus diferentes senderos, y seguir apreciando el paisaje que resguarda una trozo de la vegetación silvestre de la zona, preservada de los efectos del desarrollo urbano y del uso agrícola, y que a su vez se erige como santuario del Semidesierto Queretano Hidalguense, en el que la flora y la fauna silvestres encuentran refugio, alimento y resguardo.

El Jardín Botánico Regional de Cadereyta rinde homenaje, en su nombre, al que fue Gobernador del Estado de Querétaro entre los años 1961 y 1967. Pese a ser mayormente recordado por este cargo, el Ingeniero Químico Manuel González de Cosío y Rivera fue un interesado de las posibilidades de los recursos de las zonas áridas de México y entre las actividades que desempeñó en torno a este tema estuvo la promoción de plantíos de Yucca filifera Chabaud., “Yuca”, “Izote” o “Palma Yuca”, con el fin de desarrollar investigación científica sobre la especie como fuente de recursos económicos en regiones semiáridas, comúnmente de difícil desarrollo. Uno de los plantíos erigidos por él se sitúa a la vera Sureste del predio que ocupa el Jardín Botánico; su mantenimiento corrió a cargo de esta institución durante 23 años. El caminante podrá seguir su camino contemplando esta plantación histórica, desde afuera.