domingo, 12 de julio de 2020

Un procedimiento de rutina (Parte 3. Última).

Por Beatriz Maruri Aguilar.

Habiendo pensado que para el estudio se necesitan tres elementos, no deja de sorprenderse un poco cuando ve que, en realidad, serán al menos cinco: el especialista, otro médico, la estudiante de medicina, el equipo para realizar el estudio, y ella. En fin, ya está aquí y no es cosa de amilanarse por un bulto de más o de menos adentro del consultorio, ni por la aparente falta de ganas de esos bultos de dejarle un poco de privacidad, para que pueda prepararse; lo que importa es que no haya otro bulto, más dañino, en su organismo. 
- ¿Será que la privacidad del paciente no es un valor en las instituciones de salud pública? 
Afortunadamente, tantos años nadando en albercas de distinto calibre le han dado cierta práctica de contorsionista que puede desvestirse y vestirse dentro de una bata, o de una toalla, y esa experiencia acude a aligerarle el momento, francamente embarazoso. Se ayuda a pasar el trance repasando el mantra que, otra vez, acude a su mente: 
-Lo importante es que hoy, y aquí, salga el estudio. 
No es la primera vez que pasa por un ultrasonido mamario y conoce bien el protocolo y los pasos. En esta ocasión, la novedad es la voz extremadamente ronca, y suave, del especialista. Tiene que aguzar el oído para escuchar bien que son quistes, y que no hay apariencia de malignidad; que el año siguiente, nuevamente, habrá de realizarse mastografía y ultrasonido, para seguir estando en control.

De regreso en la calle, suspira aliviada. Un año, dijo el galeno.


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