Como ningún otro trance, la
pandemia de COVID19 ha uniformado las variadas circunstancias en las que viven
miles de millones de personas en todo el planeta. El temor a contraer la
enfermedad es el motivo que nos tiene confinados, pues el curso de esta varía de
un individuo a otro, y ninguno queremos ser conectados a una máquina que supla
nuestras funciones vitales. En el extremo de los temores, ninguno queremos
morir de COVID19.
La amenaza colectiva que percibimos
nos ha movido, como nunca, a reflexionar acerca de diversos temas. Uno de
ellos, la manera en que nuestra especie se relaciona con su entorno. El contagio
y dispersión de un nuevo patógeno en todo el planeta, nos ha puesto de
manifiesto el hecho de que Homo sapiens es sencillamente otra especie
animal, vulnerable ante agentes externos. En este caso, es una sencilla
partícula viral; pero existen muchos factores bióticos y abióticos que pueden
poner a prueba nuestro organismo y llevarnos a una situación riesgosa en poco
tiempo. Como estudiosa de la biología, estos principios son familiares para mí.
Como miembro de la especie amenazada, me preocupa pensar en los millones de
personas que los desconocen, les resultan novedosos o -peor aún- indignantes.
La reflexión sobre la relación de
Homo sapiens con su entorno debe arraigarse en la conciencia común, no
solamente para salir de esta pandemia, sino para emprender un nuevo camino de
comprensión, coexistencia y respeto hacia todas las formas de vida. El reto es
enorme porque conlleva la reorganización de las prioridades a escala
individual y social, y la reintroducción de aquellas acciones que nos conduzcan a
disminuir la enorme presión que ejercemos sobre los sistemas vivos de los que
formamos parte. Dichas acciones han sido largamente olvidadas o traspapeladas
por la urgencia de la vida cotidiana, y por la presión de mantener al alza los indicadores
socioeconómicos.
Nuestro raciocinio nos ha llevado
a desarrollar una descomunal variedad de lenguajes, creencias, hábitos, credos,
sistemas de contabilidad, modelos de organización, teorías educativas, teorías
de cualquier cosa, y un larguísimo etcétera de factores, cuya variedad tiende
más bien a separarnos, y cuyos enfoques, en muchos casos, nos han apartado
paulatinamente de la naturaleza. En esa heterogeneidad, lograr que siete mil
millones de individuos estén de acuerdo sobre cualquier asunto, es tarea casi
imposible.
Debemos por lo tanto, regresar a los hechos elementales: ser
miembros de la misma especie animal, y compartir un planeta con miles de millones
de especies organizadas en sistemas complejos, interconectados entre sí y con
flujos energéticos de diversa índole ocurriendo de manera ininterrumpida. De este punto de partida, podremos orientar nuestros pasos a la siguiente etapa: trabajar para reajustar nuestro papel en los mismos. La tarea abarcaría varias generaciones.
"El hombre es parte del ambiente": modelo conceptual de un escenario en el que ocurre liberación de radioactividad al aire. Incluye, como componentes del ecosistema: (1) factores abióticos (recuadros azules), (2) diversas categorías funcionales de vida silvestre, incluyendo productores primarios (verdes), consumidores primarios (amarillos), consumidores secundarios (naranjas), depredadores (cafés) y parásitos (no mostrados), que junto con (3) Homo sapiens y especies asociadas a la actividad agrícola (rojas), son subconjuntos de estas categorías ecológicas. Las flechas representan la transmisión de radioisótopos (átomos con exceso de energía nuclear) a través de los componentes del ecosistema, hacia los superdepredadores. Las rutas se muestran en rojo cuando llegan a Homo sapiens. La representación muestra las relaciones ecológicas que vinculan a la red trófica natural con la red agrícola de Homo sapiens. La ilustración también señala la manera en la que el hombre altera los procesos ecológicos en el proceso de obtener su propia comida, empleando herbicidas y pesticidas que interfieren con la competencia de las poblaciones naturales, y que eventualmente, llegan a sus propios alimentos (De: Bréchignac, 2016). Disponible a través de licencia: CC BY-NC-ND 4.0
Ilustración y descripción obtenida de:
Bréchignac, F., D. H. Oughton, C. Mays, H. Tsukada et al. 2016. Addresing ecological effects of radiation in populations and ecosystems to improve protection or the environment against radiation: Agreed statements from a Consensus Symposium. Journal of Environmental Radioactivity 158-159:21-29. https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/
Texto escrito por Beatriz Maruri Aguilar.
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