viernes, 13 de noviembre de 2020

Día de Muertos

Despertó incómoda y azorada, sintiendo ese malestar indefinido que resultaba de lo pobre que había sido su descanso. Ya no era insomnio, pero de todos modos, día sí, y día también, había “algo” que se interponía entre su fatiga y la paz del reposo bueno. ¿Sería sonámbula?

No tuvo tiempo de lamentarse mucho: la tranquilidad del crepúsculo se quebrantó de pronto con el ruido de pasos en el corredor. El pesado ritmo del andar de la abadesa puso alas a sus movimientos, que se volvieron nerviosos y apurados. Aquella formidable monja de seguro venía a ver, con su vista de águila, si la grasa que empañaba los cristales seguía ahí, o había desaparecido.

Trastabillando, apresurándose, consiguió llegar al lavadero, donde los recuerdos la golpearon como un mazazo. El pilón de piedra, el cepillo, el agua, el jabón. Esa pastilla de jabón café. Los hábitos y las costumbres de la limpieza, que en esa casa conventual se cumplían a rajatabla, hiciera el tiempo que hiciera.

Si tan sólo lograse percibir de nuevo los aromas. Si tan sólo pudiera sentir aquella fina espuma. Impaciente y ansiosa, intentó atraparla. Las burbujas permanecieron intactas cuando su mano las atravesó. Desesperando de nuevo, trató de asir el cepillo. Las cerdas se opacaron un instante, antes de refulgir nuevamente.

En el corredor, los pasos de la abadesa se alejaban en un murmullo cada vez más imperceptible. Cerca del lavadero, una pareja de palomas llegaba a instalarse en el bordillo de la pared, para pasar la noche. El sonido del batir de sus alas la devolvió a su realidad: la muerte.

El marasmo de recuerdos era, una vez más, un exorcismo que su espíritu hacía de su propio pasado; un proceso para soltar las amarras que la mantenían atada a su anterior existencia. ¿Que importaba una costumbre más, un hábito menos? ¿Un cristal con grasa? Ella ya estaba más allá de esas necesidades, al haberse convertido en una esencia etérea que flotaba al viento, y cuyas acciones materiales pertenecían al pasado. Tal vez, y sólo tal vez, serían un recuerdo en la mente de aquellos que hoy, como en cada Día de Muertos, la traerían a su conversación.

 Autor: Beatriz Maruri Aguilar


 

viernes, 30 de octubre de 2020

Calavera perruna.

 Para la manada que llena nuestras vidas de pelos, babas, y alegría.

 A la Muerte el cubrebocas le estorbaba,
y su trémolo vaho, las gafas le empañaba.
Pobrecita Parka! Toda desorientada,
su brújula consultaba.

Con la vista nublada,
los números le bailaban;
y con la mala lectura que tomó,
en El Cucurucho, aterrizó.
 
Quince rabos la esperaban,
quince rabos se agitaban.
- ¡Qué bonita manada me voy a llevar!
veré con cual de todos he de comenzar.

-Este chaparro está muy orejón,
y a mi bolsa lo meteré de un jalón.
Ella no se dio cuenta
que más rápido fue Don Pilón:
con un movimiento de orejas,
un fémur le desprendió.
 
Quedó la Muerte coja,
pero no se desanimó:
- ¡Con este greñudo grisáceo,
mi desquite me doy!
Pero Teddy, dando giros y giros,
peroné y tibia le soltó.
 
- ¡Guaguatos irrespetuosos!,
la Parka se enojó.
- ¡A este rojito lo agarro,
y me lo trueno de sopetón!
Pero el Rosso, con ágil brinco,
el esternón le quebró.

Medio desarmada y torcida,
la Calaca no se daba por vencida;
y al ver a una guaguata flaquita,
cobró ánimos diciendo:
- ¡Esta huesuda es de las mías!
Pero Nanuuk, con grácil movimiento,
zafóse de la Flaca, que mostró gran descontento.
 
Bolik y Goyu están recién llegados,
y con tanto alboroto, desconfiaron.
Viendo tantos güesos andando,
en un rincón se agazaparon;
cuando cerca les fue llegando,
como cohetes se le abalanzaron.
Brincaron encima de ella,
la tumbaron con sus patas,
y del porrazo la dejaron quieta.
Fue entonces que aprovecharon
pa’ merendarse falange, falangina, falangeta.

- ¡Déjenme tantito! -dijo el Chester-,
que los omóplatos ya se me antojaron
Y alcanzando al Esqueleto, cojo y desmembrado,
las fauces en sus espaldas le fue encajando.

Tucita y Doña Teya la estaban esperando,
pues sus malas intenciones
ya habían adivinado.
Y como buen equipo,
que en armonía está actuando,
a la Muerte mordieron las costillas,
y la dejaron aullando.

Creyendo que la había librado,
la Flaca preparaba la huida;
y dando un traspié tras otro,
se enfilaba a la salida.
Cuál no sería su pesadilla,
al ver seis hociquitos dentados,
seis colitas alegres que se movían.
Seis hermanitos, la pequeña jauría,
en conciliábulo se reunía.

Entre ellos comentaban que,
aunque desmembrada ya venía,
si hacían con cuidado el reparto,
para todos alcanzaría.
 
Cúbito y radio para Don Balto;
para Rigel, el íleon;
vertebritas para Falcor.
Para Coyolli, el isquion;
para Yoshime, metatarsos;
y como premio a su paciencia,
Capitana Mushka se llevó el cráneo.

¡Qué día tan aciago!
Para la Calaca fue tan malo,
que acabó rumiando su experiencia,
diciéndose a sí misma:
- ¡Parka zonza, dónde diablos te metiste!
Aprende bien la lección:
un esqueleto no tiene chance
donde los perros tienen bastión!  
 
La manada recuerda con gusto
aquella tarde de otoño,
en que comieron tantos huesitos,
y otros enterraron en un hoyo;
un atracón se dieron,
sin darse cuenta plena
que en el año de la pandemia,
a la Huesuda vencieron.

Por Beatriz Maruri Aguilar, en los Días de Muertos de 2019 y 2020.

martes, 13 de octubre de 2020

Calabaceando

Tenía cierta comezón por cocinar recetas otoñales, de esas cuyo ingrediente principal son las calabazas de invierno. Finalmente se juntó la intención con la posibilidad, y el resultado fue un conjunto de recetitas para degustar en diversos momentos del desayuno, la merienda, la comida y hasta la guzguería.  La base de todas estas recetas es puré de calabaza, que resulta sorprendentemente fácil de hacer.

Puré de calabaza.- A la calabaza lavada se le retiran las semillas, y se divide en trozos (la cáscara puede ser muy dura. Yo tuve que ayudarme con un martillo). Una vez troceada, se introduce en la olla de cocimiento lento (croc-pot) a nivel alto, durante dos horas y media. Para ayudar a que no se pegue en el fondo, le agregué media taza de agua. Cuando concluye el lapso de tiempo, hay que dejarla enfriar y convertirla en puré con ayuda de un tenedor: y ya está lista la materia prima para los experimentos otoñales. Las semillas, bien lavadas, se tostaron en el comal, añadiéndoles un chorrito de agua con sal. Con todo, éstas sí son un poco difíciles de comer.

Panquecillos (muffins) de calabaza.- La receta que seguí es de una autora española (Obregón, 2017). Hice algunas adaptaciones a la fórmula original, empleando harina de trigo 0000 en lugar de harina integral; ajusté también en 75 mL la cantidad de leche (almendra), en lugar de los 200 mL que se señalaban. De ahí en fuera, todo fue al pie de la letra, y el aroma que inunda la cocina, con notas de jengibre, clavo, nuez y canela, es delicioso. 

Granola de calabaza especiada.- He de confesar que esta era la verdadera razón por la cual estuve esperando que pasasen las estaciones del año. Me encantaba la idea de comer granola con calabaza! La receta (Obregón, 2017), requiere en realidad un volumen pequeño de puré de calabaza, pero el efecto final es interesante. Mi ajuste fue sobre el tiempo: le tomó 45 minutos a 150°C, abriendo el horno para voltear la preparación con una pala de madera, aproximadamente cada 10 minutos. Esto, para que dore de manera uniforme.


Hot-cakes de calabaza.- Tengo una cierta debilidad por las preparaciones para el desayuno, así que parte del puré de calabaza fue empleado en esta recetita mañanera (Pola Cocina, 2020). Con mantequilla, miel de maple y nueces, una tacita de café con leche y listo: espectacular desayuno otoñal, sin salir de casa.


Y de final, sopa de calabaza.- Con el poquito de quedaba, hubo hasta para la sopa. Esta receta sí es mía: se acitrona una cebolla pequeña, y en el sofrito se añaden 200 gramos de puré de calabaza, que se disuelven en seis tazas de caldo de pollo (hecho con huacales, cebolla, apio, zanahoria, ajo y cebolla); cuando tiene un hervor suave y sostenido, se le añaden unas tres zanahorias, ralladas finito, y un bouquet garni. Hay que dejar que hierva suavemente unos 8 minutos para que tome el sabor de las hierbas aromáticas. Si quisieran, supongo que podrían añadirle un poco de crema o leche, temperando para que se integre bien. 

Así fue que satisfice mi curiosidad de recetas calabaceras, y la experiencia me resultó grata. Les dejo las fuentes por si quieren aventurarse: 

Obregón, A. 2017. Repostería sana para ser feliz. Editorial Planeta. 

Pola Cocina. 2020. Hotcakes de calabaza. Disponible en: https://www.polacocina.com/2020/09/24/hotcakes-de-calabaza/ (Consulta efectuada el 26 de septiembre de 2020).




 

 
 

domingo, 26 de julio de 2020

Imprevisto a la leña.

De la nada, hoy cocinamos una micro-parrillada que nada tuvo que pedirle a una comilona para muchos comensales. Al mediodía decidimos que comeríamos a la parrilla y, exceptuando el pollo, todo lo demás se preparó improvisando con ingredientes que había en la despensa y el refrigerador. Además de quedar rica, nuestra comida nos brindó un momento muy agradable, lo que se aprecia mucho a estas alturas de este 2020, tan desconcertante. Van los tips:

La ensalada:
Ingredientes: Hojas de espinaca "baby", jitomate saladette en trozos pequeñitos (sin semillitas), queso fresco en trozos pequeños, y vinagreta de albahaca (una cucharada de vinagre de vino por cada cuatro de aceite de olivo, y dos pizcas de albahaca fresca). Para servirla: Llevar todos los ingredientes a la mesa y justo antes de servir, integrarlos con ayuda de unos cubiertos para ensalada.
 
La marinada para el pollo:
Ingredientes: Media cebolla finamente picada, tres dientes de ajo, dos varas de romero seco, jugo de medio limón, 1/8 de cucharadita de pimienta negra recién molida, una cucharadita de sal, y un cuchara grande de aceite de oliva. Se prepara machacando los ajos en el molcajete, y añadiendo ahí el romero, el jugo de limón, la pimienta y la sal. Ya que está integrado, se añade a la cebolla picada junto con el aceite, y se mezcla. Se embadurna sobre seis piezas de pollo bien lavadas, y se deja reposar cuanto rato sea posible en el refrigerador, cubierto con una servilleta de tela.

Para asar el pollo:
Conviene que el experto haya iniciado la lumbre un rato antes, para que los palos ya estén algo consumidos, de modo que el calor sea constante pero el fuego ya no esté tan vivo. Si no, el pollo se chamusca por fuera, y queda crudo por dentro. Ya estando la lumbre mansita, las piezas se ponen directo sobre la parrilla, que fue previamente limpiada con una cebolla partida a la mitad. Con el pollo no caben los términos; esta carne debe cocerse bien, pero no hay que desatenderla. Debe quedar bien cocido, crujiente por fuera y jugoso por dentro.

El twist del pollo:
Se me "desvistieron" los muslos de pollo, pero no deseché la piel. Le di una forma regular, la unté con marinada, y se asó para obtener "crujiente de piel de pollo". Cierto que no es lo más sano; pero tampoco es de todos los días, así que, sin remordimientos.

A emplatar:
Una ración de ensalada recién preparada, una pieza de pollo recién salida de la parrilla, y para complementar, una porción de quinoa recién cocida (una taza de quinoa en dos tazas de agua hirviendo, durante 15 minutos), que me sacó del apuro de no tener arroz ya hecho, ni tiempo para prepararlo. El plato estuvo tan rico como se ve.

Por supuesto, una parrillada no puede acompañarse de otra cosa más que de una cervecita bien fría. ¡Salud!

¿Y el postre?
Afortunadamente había helado en el congelador, buen término para una comida que, si bien no fue pantagruélica, sí nos dejó muy satisfechos.

El ambiente:
Sencillo y gratificante, con una pizca de creatividad, y disposición a pasarlo bien. El detalle final: la música, insustituible en toda parrillada que se respete. ¡Buen provecho!



sábado, 18 de julio de 2020

Rendez-vous inesperado.

Por Beatriz Maruri Aguilar.

Había pasado tantas veces por la esquina en la que desemboca esa plazoleta, que aquella tarde lluviosa no prestaba atención a los detalles que me rodeaban. El café de siempre, adornado en su pared del fondo por una ilustración algo infantil de un naranjo, seguía estando en pie. Mi mente divagó un momento a días pasados, cuando ese lugar era el punto de reunión y disfrute de charla con amigos, y las responsabilidades de la vida todavía no eran tan absorbentes. No aminoré el paso con el recuerdo, pero divisar la figura solitaria de mi abuela, sentada a una mesa sombreada y disfrutando una taza de café, fue lo que me detuvo en seco. Era un encuentro insólito: mi abuela lleva muerta casi veinte años.

Ella mostraba un gesto natural, con el sosiego de quien acaba de verte la víspera. Enfundada en ese suéter azul de tantas tardes y con su característica media sonrisa se dirigía hacia mí, que todavía desconcertada, tartajeaba entre gozosa y estupefacta:

- ¡Abuelita! Pero ¿Cómo es esto? ¿Qué haces aquí?

No alcancé a escuchar su respuesta, pues de pronto divisé que desde otra mesa, alguien me hacía señas. Si la presencia de mi abuela muerta era impactante, este otro encuentro era demencial. No creo haber podido controlar mi voz ni mis gestos, y de inmediato abandoné a abuelita, cruzando las pocas zancadas que separaban las mesas con los ojos desorbitados, y el gesto desencajado.

Todo era exactamente igual. La estatura, el color del pelo, las canas ya visibles. El rostro anguloso, la mandíbula cuadrada, la forma de los dientes. La boca ladeada al sonreír, los hoyuelos alargados en las mejillas, los lunares, los ojos, la forma de enchuecar la boca…hasta los marcos de las gafas que, por supuesto, traía puestas. Ella esbozaba el gesto divertido de quien ha tomado por sorpresa a su víctima, y disfruta con ello. 

En un instante, a mi mente acudieron cien ideas. -No puede ser, pensaba. -Todo este tiempo me  han mentido, me dolía. Mientras llegaba apresuradamente a la mesa en la que mi interlocutora ya se ponía de pie, un torrente de preguntas alcanzó mi boca, antes de que mi mente consiguiese contenerlas u organizarlas.

- ¡¿Cómo es esto posible?! ¿Dónde has estado? ¿Por qué nunca me dijeron? ¿Quién eres?

Ella solo sonreía, y nada contestaba. De cerca, sí había una diferencia pequeña: las cejas un poco menos pobladas. Hice un nuevo intento, pensando que si la cifra era la esperada, ya no cabría duda alguna:

- ¡¿Cuántos años tienes?! -Ella solo se encogió de hombros, y replicó sencillamente:
- Eso, ¿Qué importa? -Otra vez la sonrisa ladeada, los hombros encogiéndose-.
- ¡Por Dios! ¡Soy yo! ¡Es idéntica a mí!
- ¡Claro! - Comenzaba a responderle- ¿Qué importa la edad? Tienes razón….

Y de pronto, el despertador sonó. Inmisericordemente.

domingo, 12 de julio de 2020

Un procedimiento de rutina (Parte 3. Última).

Por Beatriz Maruri Aguilar.

Habiendo pensado que para el estudio se necesitan tres elementos, no deja de sorprenderse un poco cuando ve que, en realidad, serán al menos cinco: el especialista, otro médico, la estudiante de medicina, el equipo para realizar el estudio, y ella. En fin, ya está aquí y no es cosa de amilanarse por un bulto de más o de menos adentro del consultorio, ni por la aparente falta de ganas de esos bultos de dejarle un poco de privacidad, para que pueda prepararse; lo que importa es que no haya otro bulto, más dañino, en su organismo. 
- ¿Será que la privacidad del paciente no es un valor en las instituciones de salud pública? 
Afortunadamente, tantos años nadando en albercas de distinto calibre le han dado cierta práctica de contorsionista que puede desvestirse y vestirse dentro de una bata, o de una toalla, y esa experiencia acude a aligerarle el momento, francamente embarazoso. Se ayuda a pasar el trance repasando el mantra que, otra vez, acude a su mente: 
-Lo importante es que hoy, y aquí, salga el estudio. 
No es la primera vez que pasa por un ultrasonido mamario y conoce bien el protocolo y los pasos. En esta ocasión, la novedad es la voz extremadamente ronca, y suave, del especialista. Tiene que aguzar el oído para escuchar bien que son quistes, y que no hay apariencia de malignidad; que el año siguiente, nuevamente, habrá de realizarse mastografía y ultrasonido, para seguir estando en control.

De regreso en la calle, suspira aliviada. Un año, dijo el galeno.


Un procedimiento de rutina (Parte 2).

Por Beatriz Maruri Aguilar.

-Señorita. Perdone que pregunte otra vez, ¿están realizando los estudios?
-Sí. Por favor tenga paciencia. Hay 3 personas antes que usted.
-Claro, gracias. 
-Qué sope soy. La cita abierta no significa que tengan la alfombra roja puesta para recibirme cuando llegue, ¡quiere decir que así como yo, hay otras personas en esta situación urgente! En fin, no hay más que esperar…
- ¡Petra Perez!
-Ahí va Petra Pérez. ¿Sentirá la misma aprensión que yo? ¿Cuáles son, de esta sala, las demás mujeres que están en mi misma situación? ¿Porqué no nos desenmascaramos y hablamos un poco de nuestros temores? Quizás sería de mayor ayuda que el estar hojeando y des hojeando un libro, como yo. O navegando en el celular, como aquella. O reverberando el delgado hilo de crochet con un ganchillo, como esta. O como esta otra, que cruzó conmigo una media sonrisa y después clavó la vista en el cartel que explica las medidas profilácticas de la hipertensión. Veo que todas estamos en plena madurez; es irónico -pero no inexplicable desde el punto de vista biológico- que en la edad más productiva es cuando comiencen a asomarse en el horizonte las sombras del deterioro.  Y después de Juana Pérez, viene Luisa López y luego Ana Antúnez y todas tardan bastante… ya mero me toca, ya mero. 
-Usted, ¡por favor!
- ¿Ya…? ¡Ya! Vamos pues, por estos pasillos ocultos tras los mostradores… qué ajetreados se ven todos los empleados administrativos y de salud. Ninguno me devuelve la sonrisa, ¿será que todos están tan necesitados de una sonrisa, que aquella que se les brinda es sujetada con tal firmeza que impide hacer una retribución en la misma moneda? A saber. Hoy no me sobran las sonrisas, pero creo que justo hoy es cuando debo hacer un dispendio de estas: nunca se sabe cuándo una sonrisa de más, o de menos, es la diferencia en la atención de las instituciones públicas. Casi todo es magro en las instituciones de salud pública, pero lo importante es que hoy y aquí, salga el estudio. Para ello, se necesita un especialista, un equipo y un paciente; tras esa puerta, seguramente están los dos elementos restantes.

Un procedimiento de rutina (Parte 1).

Por Beatriz Maruri Aguilar.

-Qué sencillo lo dicen.
 Pensaba, mientras se daba cuenta de que estaba despierta sin que hubiese sonado el despertador. Consciente, lista para saltar de la cama.
-A la primera señal de cualquier bulto anormal, acuda a su médico. 
Eso es lo que la lógica de supervivencia sugiere, sin tomar en cuenta otro componente primitivo de la psique: el miedo, alimentado por historias escuchadas a lo largo de la vida, de personas sanas e iban por ahí haciendo planes, riendo, hablando, actuando, hasta que alguien con una bata blanca les decía que estaban al borde de la tumba y tenían que aprovechar el poco tiempo que les quedaba.
-Lo bueno es que en cuanto suene el despertador me podré levantar sin problema, dado que estoy tan despierta. Si tan solo la cama no fuese tan tibia y confortable. Maldita sea, son apenas las doce con cincuenta y un minutos. ¿A qué hora apagué la luz? Hace escasas dos horas, y aquí estoy, más despierta que un gallo a punto de cantar. 
Las horas de insomnio dan a la mente un lienzo en blanco para que dé vueltas y revueltas a una idea: el cuerpo como una bomba de tiempo. La compara a un viaje a bordo de una nave que puede autodestruirse en cualquier momento, pese a que cada día pasa los protocolos de rutina. En el caso de su cuerpo, repasemos la lista: ¿Horas de sueño suficientes? -No siempre. Hoy, por ejemplo. ¿Alimentación sana y equilibrada? -Pongamos que sí, tres comidas y dos colaciones. Ayuda un poco que por alguna razón, no engorda con nada. Siguiente: ¿suficiente agua durante el día? -Pues… en invierno no mucho, no ayuda que haga frío, y el agua se siente como si se deslizase por una tubería de lata. ¿Deporte suficiente? -Quizás… media hora diaria de caminata, y una hora o dos horas semanales dando vueltas en la alberca. ¿Buen manejo del estrés? -Este… ¿podemos omitir esa pregunta? No; es necesario contestarla, dice el centinela que mantiene alerta a la conciencia. -Pues… no hay que analizar mucho para saber que no es tan bueno, y para prueba, este momento: despierta como un búho a la una de la mañana; pero cuando llegue el momento de levantarse, la cabeza estará tan pesada como si le hubieran zambutido una paca de algodón entera.
En fin, no hay más que enfrentarse al sistema de salud pública, que es lo suficientemente bueno como para costear dos estudios casi consecutivos que eliminen -o confirmen, ¡diablos! - la posibilidad de un pasajero indeseable a bordo; ¿porqué de repente algunas células pierden el control y empiezan a dividirse como alma que lleva el diablo? Seguramente los procesos que regulan ese descontrol son fascinantes; pero, a decir verdad, ella no querría contribuir a su estudio.
¡Ya es mañana! El despertador lo declara con su nota periódica, ascendente, indiferente, implacable. Poco sabe el aparatejo si descansó o no; avisa que, esté como esté, va para arriba. Hay que ir al procedimiento de rutina.

miércoles, 3 de junio de 2020

Día 64. Áreas Naturales Protegidas

Hace un par de meses tomé parte en una salida de campo, para tomar datos de una especie de planta que se encuentra en un alto estado de vulnerabilidad. La salida tuvo lugar en una de las Reservas de la Biósfera de mayor antigüedad en nuestro país, donde organizaciones tanto oficiales como ciudadanas, aportan serios, comprometidos y a veces hasta enconados esfuerzos por mantener a salvo los ecosistemas de esta porción de nuestro territorio nacional. Todos ellos tienen nombre y apellido, muchos de ellos son colegas, incluso amigos. Varios nos auxiliaron desde la etapa de planeación, con la información que tenían sobre la especie que nos interesaba; una vez en campo, nos brindaron compañía, guía y contacto con informantes locales. Gracias a estos contactos clave, la salida fue exitosa. 
Como estudiosos de la biodiversidad mexicana, constantemente estamos buscando información sobre las especies, al nivel más detallado que nos sea posible conseguir. Esto permite ir apreciando que no  obstante los invaluables esfuerzos ciudadanos, y oficiales, en la figura de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (ANP), la cantidad de información que deberíamos tener para gestionar apropiadamente la diversidad de nuestras ANP, está incompleta. La falta de un esquema práctico y estandarizado para la elaboración y actualización de los planes de manejo, que incluya un registro de datos para evaluar el impacto de las ANP en la conservación de las especies, limita el conocimiento de los procesos que tienen lugar en su interior, y sin los cuales, es difícil plantear una buena estrategia de manejo. La actualización y sistematización de la información generada por grupos de investigación que trabajen dentro de las ANP -son muchos- sería fabulosa; pero no existe. Los escasos trabajadores federales, en sus recorridos cotidianos, van añadiendo minutos y horas a sus jornadas para registrar las observaciones de organismos que pueden estar amenazados, en peligro de extinción, o ser nuevos registros. 
De acuerdo con nuestra legislación, las ANP son porciones terrestres o acuáticas del territorio nacional, representativas de sus diversos ecosistemas. México cuenta con cerca de 180 ANP  decretadas a nivel federal, que de acuerdo con su extensión, finalidades y objetivos, se clasifican dentro de las siguientes categorías: Reserva de la Biosfera, Parque Nacional, Monumento Natural, Área de Protección de Recursos Naturales, Área de Protección de Flora y Fauna, Santuarios y Áreas Destinadas Voluntariamente a la Conservación. Cada una de ellas debe de contar con un Plan de Manejo que contenga la caracterización y descripción del entorno biofísico y socioeconómico; el diagnóstico y problemas del área protegida con base en la evaluación del desarrollo socioeconómico local, municipal y regional; la planeación, derivada de los procesos de diagnóstico y participación social a partir de las cuales se establecen las líneas de acción para lograr los objetivos del área protegida; la zonificación, generada a partir de la evaluación de las características biológicas, ecológicas y del uso del territorio; sus reglas administrativas, y una propuesta de evaluación de la integración funcional del sistema.
Al paso de los años es posible ver que las declaratorias de las Reservas de la Biosfera en México y sus planes de manejo han ido evolucionando, de modo que la información relativa a sus especies se presentan con un nivel cada vez más fino de detalle. No obstante, en muchos casos hay todavía falta de actualización del inventario biológico. Hago hincapié en esa parte porque es el cimiento de todo lo demás. 
Es necesario fortalecer, acoger, apoyar, valorar, comprender, mejorar el Sistema de Áreas Naturales Protegidas de México, y la Comisión Nacional que lo custodia, atiende y gestiona. El conjunto de ANP protege 25 millones 394 mil 779 hectáreas del territorio nacional, lo que equivale al 10.47% de la superficie terrestre y 2.45% de la superficie marina. Como se comprende, no es precisamente “el patio de la casa” al que podemos salir a la puerta, echarle una ojeada para ver si está en orden, y regresarnos contentos de haber cumplido con nuestro deber. Y con todo, no debemos olvidar que este esquema es sólo una parte de los esfuerzos que deben sostenerse en nuestro país a fin de conocer, proteger, conservar, rehabilitar y aprovechar de manera sustentable la diversidad biológica. 
El hecho de vivir en país megadiverso puede ocasionarnos mucho orgullo. Ahora bien, la cosa no termina con sentir orgullo: vivir en una tierra como la nuestra, confiere grandes responsabilidades, y si bien parece que hemos llegado tarde en muchos aspectos del concierto mundial de la conservación, hace ya varias décadas que en México se inició la construcción de una política ambiental contemporánea, anidada en los convenios mundiales de conservación. Ha sido un camino largo, construido por muchas manos anónimas. No debemos desandarlo. 


El dato adicional: La cosa con las Áreas Naturales Protegidas (ANP) cobra especial relevancia en estos tiempos pandémicos, en que sale a relucir claramente el papel crucial de la diversidad biológica en su conjunto, como escudo protector ante posibles saltos mortales que un patógeno dé de una especie a otra. Cuanto más conservada la diversidad biológica, cuanto más variada, cuanto mejor estructurada, cuanto más equilibrada, mayores posibilidades de que la variedad posibles hospederos que reciban un hipotético patógeno -llamémosle virus-, no cuenten con un receptor al cual éste se pueda anclar, y lo desalojen tempestuosamente por alguna vía excretoria, sin haber sufrido daño alguno. 

Fuentes consultadas: 
Por decreto, CONANP se queda sin 75 por ciento de recursos; más de 200 despedidos.
Reglamento de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente en materia de Áreas Naturales Protegidas:
Términos de Referencia para la Elaboración de Programas de Manejo de las Áreas Naturales Protegidas Competencia de la Federación

martes, 26 de mayo de 2020

Día 57. Minificción en E.

Desde que Pepe Mequetrefe y Esther Efervescente entretejen el brete del cheque, el Rey Vejete teme el estrés de ser el demente pelele. 
Teté Excelente vende merengues en el pesebre y pretende entretenerle desde el templete verde del césped de Tepelmeme. Bebe jerez, leche y merengues el Rey Vejete. Breve cese del estrés. 
El hereje regente, que es Pepe Mequetrefe, se excede. Entre él y Esther Efervescente, pretenden estremecer y vender Tepelmeme, y el Rey Vejete. El desdén de gente decente merecen. 



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jueves, 21 de mayo de 2020

Día 52. ¿Qué día es hoy?

Hoy desperté con las energías del jueves. Desayuné piña, jugo, pan con aguacate y aceite de oliva y semillas. Podría haber sido un martes cualquiera. Ataqué mis pendientes de home-office con la objetividad del lunes, avanzando en la redacción de ese artículo que a ratos más bien parece capítulo, y luego ya de plano es un folleto, pero me atoré en un tema como a veces me suele pasar en viernes, en que me doy cuenta que mi avance es como el del nadador en un lago de melaza. Apunté la bibliografía que voy a revisar mañana lunes, que es cuando estoy más concentrada. Como ya estaba algo cansada, me fui derechito a la cocina a cocinar como cada domingo, y como el caldito estaba rico, y la limonada estaba fría, de pronto ese rato me dio sabor de sábado. Pero a la hora de pasar por el comedor, me di cuenta de que los muebles tienen el polvo característico de los miércoles. Decidí dejar para mañana domingo lo del quehacer. No me gusta mucho ese día para la trapeada, pero ya se me fue la semana entera, no supe ni en qué. ¿O qué, todavía no termina? No importa. Ojalá mañana sea lunes, o su equivalente en mi estado de ánimo, que suene estar bueno casi todos los días que no sean jueves.



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martes, 19 de mayo de 2020

Día 50. Retorno a la idea elemental: Homo sapiens, una especie más.

Como ningún otro trance, la pandemia de COVID19 ha uniformado las variadas circunstancias en las que viven miles de millones de personas en todo el planeta. El temor a contraer la enfermedad es el motivo que nos tiene confinados, pues el curso de esta varía de un individuo a otro, y ninguno queremos ser conectados a una máquina que supla nuestras funciones vitales. En el extremo de los temores, ninguno queremos morir de COVID19.

La amenaza colectiva que percibimos nos ha movido, como nunca, a reflexionar acerca de diversos temas. Uno de ellos, la manera en que nuestra especie se relaciona con su entorno. El contagio y dispersión de un nuevo patógeno en todo el planeta, nos ha puesto de manifiesto el hecho de que Homo sapiens es sencillamente otra especie animal, vulnerable ante agentes externos. En este caso, es una sencilla partícula viral; pero existen muchos factores bióticos y abióticos que pueden poner a prueba nuestro organismo y llevarnos a una situación riesgosa en poco tiempo. Como estudiosa de la biología, estos principios son familiares para mí. Como miembro de la especie amenazada, me preocupa pensar en los millones de personas que los desconocen, les resultan novedosos o -peor aún- indignantes.

La reflexión sobre la relación de Homo sapiens con su entorno debe arraigarse en la conciencia común, no solamente para salir de esta pandemia, sino para emprender un nuevo camino de comprensión, coexistencia y respeto hacia todas las formas de vida. El reto es enorme porque conlleva la reorganización de las prioridades a escala individual y social, y la reintroducción de aquellas acciones que nos conduzcan a disminuir la enorme presión que ejercemos sobre los sistemas vivos de los que formamos parte. Dichas acciones han sido largamente olvidadas o traspapeladas por la urgencia de la vida cotidiana, y por la presión de mantener al alza los indicadores socioeconómicos.

Nuestro raciocinio nos ha llevado a desarrollar una descomunal variedad de lenguajes, creencias, hábitos, credos, sistemas de contabilidad, modelos de organización, teorías educativas, teorías de cualquier cosa, y un larguísimo etcétera de factores, cuya variedad tiende más bien a separarnos, y cuyos enfoques, en muchos casos, nos han apartado paulatinamente de la naturaleza. En esa heterogeneidad, lograr que siete mil millones de individuos estén de acuerdo sobre cualquier asunto, es tarea casi imposible. 

Debemos por lo tanto, regresar a los hechos elementales: ser miembros de la misma especie animal, y compartir un planeta con miles de millones de especies organizadas en sistemas complejos, interconectados entre sí y con flujos energéticos de diversa índole ocurriendo de manera ininterrumpida. De este punto de partida, podremos orientar nuestros pasos a la siguiente etapa: trabajar para reajustar nuestro papel en los mismos. La tarea abarcaría varias generaciones. 


"El hombre es parte del ambiente": modelo conceptual de un escenario en el que ocurre liberación de radioactividad al aire. Incluye, como componentes del ecosistema: (1) factores abióticos (recuadros azules), (2) diversas categorías funcionales de vida silvestre, incluyendo productores primarios (verdes), consumidores primarios (amarillos), consumidores secundarios (naranjas), depredadores (cafés) y parásitos (no mostrados), que junto con (3) Homo sapiens y especies asociadas a la actividad agrícola (rojas), son subconjuntos de estas categorías ecológicas. Las flechas representan la transmisión de radioisótopos (átomos con exceso de energía nuclear) a través de los componentes del ecosistema, hacia los superdepredadores. Las rutas se muestran en rojo cuando llegan a Homo sapiens. La representación muestra las relaciones ecológicas que vinculan a la red trófica natural con la red agrícola de Homo sapiens. La ilustración también señala la manera en la que el hombre altera los procesos ecológicos en el proceso de obtener su propia comida, empleando herbicidas y pesticidas que interfieren con la competencia de las poblaciones naturales, y que eventualmente, llegan a sus propios alimentos (De: Bréchignac, 2016). Disponible a través de licencia: CC BY-NC-ND 4.0

Ilustración y descripción obtenida de:
Bréchignac, F., D. H. Oughton, C. Mays, H. Tsukada et al. 2016. Addresing ecological effects of radiation in populations and ecosystems to improve protection or the environment against radiation: Agreed statements from a Consensus Symposium. Journal of Environmental Radioactivity 158-159:21-29. https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/

Texto escrito por Beatriz Maruri Aguilar.

lunes, 11 de mayo de 2020

Día 42. El arte en tiempos de Covid19.

La cuenta de instagram "The Covid Art Museum" (@covidartmuseum) se erige como escaparate de exhibición de obras de excepción, aquellas concebidas en los tiempos surrealistas que parece ser que han llegado para quedarse, de la mano del virus SARS COV 2.
Los artistas plasman su sentir respecto al virus de manera dramática, humorística e inclusive violenta.  Los  hay que plasman material original, y aquellos que se inspiran o en realidad, modifican obras muy conocidas, actualizándolas a los tiempos de la pandemia. Cualquier persona interesada puede enviar su obra a este foro, inaugurado por tres creativos ilustradores españoles.
Si alguna vez esta temporada se convierte en un pasado remoto, los historiadores de la humanidad tendrán en este repositorio un buen yacimiento de material para analizar varios aspectos del estado de nuestra psique durante la misma. Les dejo una pequeña muestra del talento que podrán apreciar en Ig @covidartmuseum, y les invito a que den clic en los vínculos situados al final de la entrada, para leer más al respecto.

@davepollotart 

Nueva versión de "La persistencia de la memoria" (Salvador Dalí)

Nueva versión de "Beso V" (Roy Liechtenstein)



Por otro lado, los medios artísticos de expresión urbana expresan, en diferentes ciudades alrededor del mundo, rindiendo homenaje al personal del salud -en varios casos, erigiéndose en su defensa ante los atroces e irracionales ataques que han sufrido- y retratando en distintos aspectos la nueva realidad de los tapabocas, los guantes, la distancia social...

Ciudad de México, México. 

Glynn, Reino Unido.

Nueva York, EU. 

Madrid, España


Fuentes:  
The Covid Art Museum
Instagram: @covidartmuseum 

jueves, 7 de mayo de 2020

Día 38. Educación, como siempre (para cuidar la naturaleza y evitar pandemias).

Hoy he asistido a una charla entre expertos, organizada por la WWF México (World Wildlife Foundation.  Conformaban el panel los siguientes expertos: Rafael Ojeda Flores, Gerardo Suzán, Rodrigo Medellín y Jorge Rickards, moderados por Ana de la Torre. La charla, -virtual-, como están siendo todos los instrumentos de comunicación, divulgación, docencia, arte, etcétera, en esta temporada, llevó por nombre "Pandemia y naturaleza: Charla entre expertos".  

A decir verdad, llegué un poco tarde al panel, de modo que probablemente me perdí de las explicaciones sobre los mecanismos en los que los reservorios virales de las comunidades silvestres  pueden alcanzar nuestras inmaculadas -o no tanto- estanterías de mercados y supermercados. Me tocó llegar en el momento álgido en el que panelistas y participantes debatían acaloradamente -en acuerdo- en la imperiosa necesidad de convertir los temas ambientales, conservacionistas y de biodiversidad, en tópicos centrales, no solamente de la agenda política y de administración pública, sino de la población en general. 

Me llamó la atención poderosamente una propuesta enunciada por el Dr. Gerardo Suzán, Profesor de la Escuela de Medicina Veterinaria de la UNAM: convertir los temas de conservación, biodiversidad y medio ambiente, como núcleo esencial de los currículos escolares en México. ¿A distintos niveles, desde la educación básica hasta la superior? Esto supondría un cambio radical en la enseñanza, que seguramente requeriría una actualización de contenidos y enfoques para maestros normalistas, profesores de asignatura, tutores, etcétera. 

En nuestro país, ya tiene tiempo que se han puesto en marcha esfuerzos muy valiosos por incorporar estos temas a la formación del alumnado. Existen los esquemas en los que un profesor externo acude a la escuela a dar temas específicos de ciencia; también hay programas cuya finalidad es acercar el conocimiento a la sociedad, tendiendo lazos entre las instituciones educativas, y aquellas que pueden brindar talleres, conferencias, charlas, recorridos sobre temas específicos: museos, jardines botánicos, planetarios, bibliotecas, parques educativos, centros de investigación y un largo etcétera. Soy testigo de que no falta voluntad de los diferentes involucrados: los profesores quieren abrir nuevos horizontes de pensamiento a sus alumnos, y los investigadores y divulgadores se rompen la cabeza buscando mecanismos atrayentes para explicar, en sesiones más bien cortas, o únicas, conceptos complejos relacionados con temas tan disímbolos como biodiversidad, astronomía, robótica, biología molecular, informática, química de la atmósfera, cambio climático, y largos etcéteras. 

Quizá ahí es donde está el meollo del asunto: transitar de la concepción de las experiencias relacionadas con la ciencia como momentos aislados o anecdóticos en los planes de estudios escolares, a la inserción de los mismos en un marco que lleve como eje transversales el entendimiento de la naturaleza como el sistema que permite nuestra propia existencia. Con un componente de participación práctica, donde el alumno se ensucie las manos y aprenda a través de sus propias experiencias (constructivista). También es necesario fomentar en los educandos una actitud de reflexión y crítica, que les lleve a ser ciudadanos conscientes. 

Hemos crecido desvinculados de la materia elemental: la naturaleza de la que formamos parte. Nuestros modelos económicos y educativos nos han entrenado para verle como un barril sin fondo de recursos, al que siempre se puede recurrir para sacar un poco más de agua, de suelo, de madera, de combustible, de energía, de gas natural, de petróleo, de minerales; a la que siempre podemos arrojarle un poco más de desechos a sus diferentes interfases: atmosférica, hídrica, edáfica, biológica; sobre la que siempre podemos ejercer un poco más de presión para sembrar otra hectárea más de monocultivo, excavar otro pozo de agua, horadar otra ladera en busca de más minerales. Revertir nuestro modelo no es tarea de un día; pero no revertirlo en absoluto es seguir condenando a nuestra  especie. La educación, es parte del modelo.

Un plan de estudios que desde el nivel básico nos haga tomar conciencia de la importancia de la naturaleza, y de nuestra relación respetuosa con ella, para asegurar la salud del sistema completo -incluida la nuestra, como un elemento más del mismo-, es un elemento clave dentro del conjunto de medidas que desde ya tenemos que estar planeando, no solamente para evitar otra pandemia, sino porque es lo mínimo decente que nos corresponde como la especie que razona, escribe, almacena información y crea infraestructuras complejas de organización. Son ventajas; también deben crear compromisos.


Imagen obtenida en Twitter: Education 1st Recruitment and Consultancy (@Education1stt)