Ya viene el invierno y para los friolentos -como yo- quiero compartirles algunas ideas interesantes para mantener el calor y el confort tanto en nuestra persona, como en nuestro hogar y hasta para nuestras mascotas.
Cortinas gruesas: El vidrio de nuestras amplias ventanas es maravilloso en primavera, verano e inclusive el otoño. Pero, en invierno, se convierte en un excelente conductor que se lleva el calor del interior de nuestros hogares al cierzo de afuera. Una buena idea es proteger las ventanas y para esto hay varios métodos, que abarcan desde el cartón y el plástico, hasta las ventanas dobles. En México, esto último es todavía escaso y costoso; pero una opción intermedia, funcional y estética, es tener cortinas gruesas a la mano, instalarlas a finales de octubre y retirarlas en marzo.
El twist: instalen una cortina en las puertas, también, para detener los chiflones de aire. Se acordarán de mi!
Tapetes: ¿Hay que pasar muchas horas en el escritorio? Una buena opción para no congelarse los pies durante el largo rato es emplear un tapete. O algo con lo que podamos aislar nuestros pies del frío del suelo. El tapete puede ser de estambre, fibras, plástico o inclusive, cartón. El de la imagen está hecho de borlas y me pareció lindo.
Aislamiento extra: Una idea singular que vi en el internet es forrar la puerta de corchos para incrementar su grosor y con ello, contribuir a formar un colchón que amortigua el frío del exterior. Y sirve que le da un uso a toooodos esos corchos acumulados durante las fiestas de todo el año.
Velas: Sí. Las velas no son solamente elementos decorativos. Tener velas encendidas en casa nos proporcionará, además de un ambiente muy acogedor -y romático, si tal entra en los planes-, calor extra.
Atención: Por ningún motivo las descuiden mientras están encendidas.
Las mascotas: Por supuesto que también les da frío. Mi primera recomendación es que se les deje estar en el interior de la casa. Ya sé que esto crea polémica; si de plano "por ningún motivo" dejarán entrar al perro, mínimo preparen para él un espacio más protegido y acogedor debajo de un techo, cerca de la pared, donde no haya corrientes de aire. También pueden forrar la casita con plástico de burbujas -como el que se emplea en empaques- y colocar cobijas en el interior de la misma. Pero como dije al inicio, mejor no se hagan, y déjenlos entrar.
La choya: No estamos muy acostumbrados a usar gorro, pero...¿se han puesto a pensar cuan irrigada está nuestra cabeza? ¿Cuan vasta la superficie por la cual nuestro calor corporal puede radiar hacia el cierzo? Ponganse un gorro, por favor. Hay de muchos tipos, modelos y colores. Así que, a verse guapos y a estar calientitos.
Fuentes de las fotografías (en el orden en que aparecen):
https://estudioarquivolta.wordpress.com/2016/01/11/10-ideas-para-decorar-la-casa-en-invierno/
http://comohacerpara.com/hacer-una-alfombra-con-bolas-de-fieltro_6394h.html
http://italiandish.squarespace.com/imported-20090913150324/2011/12/16/homemade-winter-candle.html
http://el-surtidor.blogspot.mx/2014/12/consejo-de-como-aislar-las-ventanas-del.html
Beatriz es "la vieja enrebozada". Y escribe las aventuras y ocurrencias de su faceta de ama de casa (y otras).
sábado, 5 de noviembre de 2016
sábado, 29 de octubre de 2016
Desayuno otoñal.
Ya está aquí el otoño...y hay que disfrutarlo con los sabores de la temporada.
Manos a la obra:
Hot cakes de avena: Muelan en la licuadora media taza de hojuelas de avena a que se vuelvan polvito. Añádanselas a una taza de harina para hotcakes, junto con un poco más de media taza de leche, un huevo y un trozo de mantequilla ya derretido. Engrasen la sartén con mantequilla y preparen los hot cakes delgaditos. Acuérdense que el tip es voltearlos cuando la superficie está llena de burbujas.
Sírvanlos con una porción de queso ricotta, una manzana troceada en rebanadas muy finas, y una cucharada de mermelada de jengibre y manzana. Acuérdense que la receta está aquí.
El twist: Metan el queso ricotta en una duya para obtener un hermoso rizo y siéntanse profesionales de la cocina al llevar a la mesa un platillo de desayuno rico, balanceado y bien presentado. Un vaso de delicioso jugo de naranja recién exprimido, y una taza de aromático café recién hecho -o su infusión o té favoritos- completarán este placer mañanero. Provecho!
viernes, 23 de septiembre de 2016
La biblioteca del Jardín Botánico de Missouri.
Hoy he visitado la sección de incunables de la Biblioteca “Peter H. Raven”, del Jardín Botánico de Missouri. Es una hermosa salita de exhibición que más bien parece un pequeño museo, con vitrinas, atriles y placas que describen lo que uno ve. Mi guía me explica que los textos de esa sección son todos “pre-Linneanos”. Eso hace que el Systema Naturae, obra toral de la historia natural, escrita por Linneo, sea el texto más reciente. Aquí atesoran un ejemplar de la primera edición.
Systema Naturae de Linneo, en su edición original, es un libelo de pocas hojas de extensión, no más grueso que una revista. Es de gran formato -mide tal vez unos 30 centímetros de ancho por 45 o 50 de alto, y la razón del tamaño es que, de esa manera, con el volumen abierto, es posible apreciar las clasificaciones completas, tal como fueron propuestas por el autor, y con los respectivos listados de organismos pertenecientes a cada una. Esto es conveniente para cerebros como el mío, que tiene que ayudarse de mapas visuales y herramientas de ese tipo. La clasificación que diseñó el Príncipe de los Botánicos inicia con las rocas y los minerales, para después pasar a los seres vivientes. El número de estambres en la flor separa a los grandes grupos de plantas. Con los animales, el Segundo Adán se guio por otro tipo de criterios y el resultado es que los vertebrados no están agrupados tal como se conciben actualmente, sino que los mamíferos están separados de reptiles y de aves. En todo caso, esta obra, aún con esos detalles, es el cimiento de las grandes disciplinas de la biología, piedra toral de la taxonomía, y me conmueve profundamente estar en presencia de un ejemplar de esta primera edición, verlo con mis propios ojos, hojearlo, leerlo. Quizás no éste, pero sí alguno de la misma edición, fue repasado por el propio autor una y otra vez. Los libros de gran formato -como éste- se encuentran en estantes especiales donde permanecen acostaditos, posición que es la más apropiada para su preservación.
Otra grata sorpresa son los “papers” de los discípulos de Linneo. Agrupados y bellamente preservados dentro de pastas individuales que contienen un folder donde se aloja cada uno, esta muestra de los albores de las publicaciones científicas es igualmente fascinante. Un ejemplar tomado al azar resulta ser un tratado sobre algún grupo de hongos, escrito en latín, de pocas páginas de extensión, y con una ilustración impresa con alguna técnica diferente a la del texto, añadida en la parte final.
Acerca de las técnicas de imprenta, el recorrido es una delicia que me ilustra sobre la evolución de la tipografía -en los albores de la letra impresa, poco después de Gutenberg- la tipografía para títulos era ornamentada y coloreada manualmente. El procedimiento respecto al texto poco fue cambiando en sus principios generales, a lo largo de aquellos primeros años de la imprenta. Cierto es que los tipos sí fueron evolucionando y los materiales de encuadernado e impresión también. En aquellos albores del libro, se empleaban materiales como velum, de origen animal, de manera cotidiana en algunas partes más duras, como las pastas. Cabe recordar que este velum todavía era empleado para imprimir títulos profesionales hace poco.
Tal vez la evolución más interesante fue la de la técnica para imprimir los grabados e ilustraciones. En un principio, se emplearon sellos de madera grabada y entintada, cada uno los cuales contenía toda la ilustración a representar. Este proceso laborioso empleaba a dos artistas: aquel que trazaba el dibujo, y aquel que grababa la madera. Un sello de esos se conserva aquí. Es un bloque grabado, hecho de madera de pera. Estos sellos de madera, al requerir tanto trabajo para su elaboración, eran empleados en diferentes ediciones -tuvieran o no que ver con la botánica, en el caso de los que representaban plantas-. Posterior a eso, vino el empleo de láminas de cobre grabadas a mano con punzones de metal y que eran empleadas de dos maneras: a modo de guía sobre la cual el papel era presionado para transferir la imagen, o por medio de un baño de barniz o tinta especial que después era “revelado” con algún disolvente que dejaba entintadas solamente las partes grabadas. Se oye sencillo, pero cuando uno se pone a observar con detalle esos grabados -ahora entiendo muy bien porqué en libros más viejitos se refieren a las ilustraciones como grabados- puede ver que las sombras están logradas por medio de muchísimas rayitas paralelas, trazadas a una distancia uniforme unas de otras, cuyo patrón cambia y se densifica -o al revés- según se representen tallos, frutos, semillas con mayor o menor volumen; cornamentas, patas, plumas, crestas, siluetas ondulantes; o inclusive rostros, ropajes, pelucas. En algunos libros, la primera parte incluye los grabados del propio ilustrador y del grabador como un justísimo reconocimiento a una labor tan notable y tan extenuante. Probablemente efectuar los grabados de un solo libro era la labor de una vida. Respecto del color, durante las primeras centurias la técnica para aplicarlo era acuarela. Posteriormente vino la impresión con tintas de color, que hacen que la ilustración se “funda” con el papel, a diferencia de las efectuadas a mano, que parecen “saltar” de la página, pero para eso tuvieron que pasar -otra vez- centenas de años. Otro dato relevante es que en no pocas ocasiones se puede apreciar que las pastas de estos hermosos libros -compendios de vida natural, enormes mamotretos algunos, varios sin mucho ton ni son en cuanto a la lista de organismos…recordemos que son pre-Linneanos-, eran reforzadas con hojas de otras ediciones, en las pastas interiores.
Tratándose del velum anteriormente mencionado, este era inclusive vuelto a emplear en las pastas exteriores, con todo e impresiones originales. Es singular ver en las tapas interiores de un tratado de plantas, trozos de himnos religiosos, por ejemplo; pero esto quiere decir que ya desde los tiempos de Gutenberg, cuando producir un libro era tarea muy tardada, se tuvo la visión de volver a emplear el papel en nuevas ediciones. Si ellos reciclaban, nosotros, que a diario desperdiciamos hojas en trazos y párrafos inútiles ¿por qué no hemos de hacerlo?
Systema Naturae de Linneo, en su edición original, es un libelo de pocas hojas de extensión, no más grueso que una revista. Es de gran formato -mide tal vez unos 30 centímetros de ancho por 45 o 50 de alto, y la razón del tamaño es que, de esa manera, con el volumen abierto, es posible apreciar las clasificaciones completas, tal como fueron propuestas por el autor, y con los respectivos listados de organismos pertenecientes a cada una. Esto es conveniente para cerebros como el mío, que tiene que ayudarse de mapas visuales y herramientas de ese tipo. La clasificación que diseñó el Príncipe de los Botánicos inicia con las rocas y los minerales, para después pasar a los seres vivientes. El número de estambres en la flor separa a los grandes grupos de plantas. Con los animales, el Segundo Adán se guio por otro tipo de criterios y el resultado es que los vertebrados no están agrupados tal como se conciben actualmente, sino que los mamíferos están separados de reptiles y de aves. En todo caso, esta obra, aún con esos detalles, es el cimiento de las grandes disciplinas de la biología, piedra toral de la taxonomía, y me conmueve profundamente estar en presencia de un ejemplar de esta primera edición, verlo con mis propios ojos, hojearlo, leerlo. Quizás no éste, pero sí alguno de la misma edición, fue repasado por el propio autor una y otra vez. Los libros de gran formato -como éste- se encuentran en estantes especiales donde permanecen acostaditos, posición que es la más apropiada para su preservación.
Systema Naturae, obra toral de la biología moderna. Primera edición, 1785.
Fotografía de La vieja enrebozada.
Fotografía de La vieja enrebozada.
Acerca de las técnicas de imprenta, el recorrido es una delicia que me ilustra sobre la evolución de la tipografía -en los albores de la letra impresa, poco después de Gutenberg- la tipografía para títulos era ornamentada y coloreada manualmente. El procedimiento respecto al texto poco fue cambiando en sus principios generales, a lo largo de aquellos primeros años de la imprenta. Cierto es que los tipos sí fueron evolucionando y los materiales de encuadernado e impresión también. En aquellos albores del libro, se empleaban materiales como velum, de origen animal, de manera cotidiana en algunas partes más duras, como las pastas. Cabe recordar que este velum todavía era empleado para imprimir títulos profesionales hace poco.
Tal vez la evolución más interesante fue la de la técnica para imprimir los grabados e ilustraciones. En un principio, se emplearon sellos de madera grabada y entintada, cada uno los cuales contenía toda la ilustración a representar. Este proceso laborioso empleaba a dos artistas: aquel que trazaba el dibujo, y aquel que grababa la madera. Un sello de esos se conserva aquí. Es un bloque grabado, hecho de madera de pera. Estos sellos de madera, al requerir tanto trabajo para su elaboración, eran empleados en diferentes ediciones -tuvieran o no que ver con la botánica, en el caso de los que representaban plantas-. Posterior a eso, vino el empleo de láminas de cobre grabadas a mano con punzones de metal y que eran empleadas de dos maneras: a modo de guía sobre la cual el papel era presionado para transferir la imagen, o por medio de un baño de barniz o tinta especial que después era “revelado” con algún disolvente que dejaba entintadas solamente las partes grabadas. Se oye sencillo, pero cuando uno se pone a observar con detalle esos grabados -ahora entiendo muy bien porqué en libros más viejitos se refieren a las ilustraciones como grabados- puede ver que las sombras están logradas por medio de muchísimas rayitas paralelas, trazadas a una distancia uniforme unas de otras, cuyo patrón cambia y se densifica -o al revés- según se representen tallos, frutos, semillas con mayor o menor volumen; cornamentas, patas, plumas, crestas, siluetas ondulantes; o inclusive rostros, ropajes, pelucas. En algunos libros, la primera parte incluye los grabados del propio ilustrador y del grabador como un justísimo reconocimiento a una labor tan notable y tan extenuante. Probablemente efectuar los grabados de un solo libro era la labor de una vida. Respecto del color, durante las primeras centurias la técnica para aplicarlo era acuarela. Posteriormente vino la impresión con tintas de color, que hacen que la ilustración se “funda” con el papel, a diferencia de las efectuadas a mano, que parecen “saltar” de la página, pero para eso tuvieron que pasar -otra vez- centenas de años. Otro dato relevante es que en no pocas ocasiones se puede apreciar que las pastas de estos hermosos libros -compendios de vida natural, enormes mamotretos algunos, varios sin mucho ton ni son en cuanto a la lista de organismos…recordemos que son pre-Linneanos-, eran reforzadas con hojas de otras ediciones, en las pastas interiores.
Tratándose del velum anteriormente mencionado, este era inclusive vuelto a emplear en las pastas exteriores, con todo e impresiones originales. Es singular ver en las tapas interiores de un tratado de plantas, trozos de himnos religiosos, por ejemplo; pero esto quiere decir que ya desde los tiempos de Gutenberg, cuando producir un libro era tarea muy tardada, se tuvo la visión de volver a emplear el papel en nuevas ediciones. Si ellos reciclaban, nosotros, que a diario desperdiciamos hojas en trazos y párrafos inútiles ¿por qué no hemos de hacerlo?
jueves, 12 de mayo de 2016
Los estirones de la ciencia.
Voy a opinar de lo que no sé, así que están advertidos. Seré breve, así que no se preocupen. Esta semana saltó a la luz pública que en la India la señora Daljinder Kaur, de 72 años, tras seguir un tratamiento de fertilidad que incluyó fertilización in vitro, dio a luz a un niño sano. Han corrido ríos de tinta al respecto y yo, más que opinar, me formulo las siguientes preguntas.
¿Cuantas mujeres de edad avanzada fungen como madres de hecho?
¿Cuantas madres jóvenes, en el albor de la maternidad, sufren desafortunados accidentes, desgracias, enfermedades, que las privan de la vida y dejan a los pequeños huérfanos?
¿Cuantas mujeres no se han visto beneficiadas por los tratamientos de fertilidad que actualmente han vuelto algo común el ser madres a los 40, 45 y 50 años?
No juzgo si tener un bebé a los 72 años está bien o mal. Nos sorprende por inaudito -aunque según entiendo, tampoco es el primer caso-. Simplemente le deseo a Doña Daljinder Kaur muchos años de vida -si aguantó un embarazo, es resistente la señora- para ver crecer a su pequeño. También, por supuesto, a su marido. Y, ya puestos a soñar, también le desearía a todas las madres del mundo la sabiduría de los 72 años para criar a sus nenes.
Por si quieren leer la nota, aquí está: http://www.theguardian.com/world/2016/may/10/indian-woman-in-her-70s-gives-birth-to-healthy-baby-boy
*
¿Cuantas mujeres de edad avanzada fungen como madres de hecho?
¿Cuantas madres jóvenes, en el albor de la maternidad, sufren desafortunados accidentes, desgracias, enfermedades, que las privan de la vida y dejan a los pequeños huérfanos?
¿Cuantas mujeres no se han visto beneficiadas por los tratamientos de fertilidad que actualmente han vuelto algo común el ser madres a los 40, 45 y 50 años?
No juzgo si tener un bebé a los 72 años está bien o mal. Nos sorprende por inaudito -aunque según entiendo, tampoco es el primer caso-. Simplemente le deseo a Doña Daljinder Kaur muchos años de vida -si aguantó un embarazo, es resistente la señora- para ver crecer a su pequeño. También, por supuesto, a su marido. Y, ya puestos a soñar, también le desearía a todas las madres del mundo la sabiduría de los 72 años para criar a sus nenes.
Por si quieren leer la nota, aquí está: http://www.theguardian.com/world/2016/may/10/indian-woman-in-her-70s-gives-birth-to-healthy-baby-boy
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El toque picosito.
Muy recomendable para dar sabor a sopas, guisados, salsas, vinagretas...ni modo, en mi país comer chile es de todos los días y a todas horas, aunque no todos pertenecemos al estereotipo al que "no le sabe la comida si no pica". Tampoco.
Va el modo de hacerse:
1. Consigan en el tianguis o en el mercado medio kilogramo de chiles de árbol. Sí, esos meros, los que pican como el demonio.
2. Pónganlos a secar en una charola o superficie extendida, en un lugar seco, durante dos semanas.
3. Importantísimo: póngase unos guantes de látex antes del siguiente paso. Si no los tienen, no lo hagan.
4. Con los guantes puestos, remuelan los chiles. Como están secos, solitos van a quebrarse, a soltar todas las semillas y a romperse en pedazos, pero no van a quedar hechos polvo. Hay que darles una cierta ayudadita para que queden más bien como hojuelas.
5. Viertan el contenido en un salero de agujeros grandes. Listo! Ya tenemos un buen condimento para emplear alegremente en la cocina. Sean cautos, eso sí.
6. Deshágase de los guantes de manera responsable.
Va el modo de hacerse:
1. Consigan en el tianguis o en el mercado medio kilogramo de chiles de árbol. Sí, esos meros, los que pican como el demonio.
2. Pónganlos a secar en una charola o superficie extendida, en un lugar seco, durante dos semanas.
3. Importantísimo: póngase unos guantes de látex antes del siguiente paso. Si no los tienen, no lo hagan.
4. Con los guantes puestos, remuelan los chiles. Como están secos, solitos van a quebrarse, a soltar todas las semillas y a romperse en pedazos, pero no van a quedar hechos polvo. Hay que darles una cierta ayudadita para que queden más bien como hojuelas.
jueves, 14 de abril de 2016
Comer frutas y verduras frescas sin morir en el intento.
Es más que sabida la necesidad de cuidar nuestro régimen alimenticio, ya no digamos para bajar de peso o algo así, sino para conservar nuestro buen estado de salud. Parte elemental de esto consiste en ingerir cada día varias raciones de frutas y verduras crudas. Conseguirlo requiere algo de disciplina. Nosotros hemos establecido una rutina que vista de manera estricta, podría sonar monótona...pero no hemos llegado al punto de aburrirnos. Se las comparto con gusto.
Los alimentos que mencionaré están en nuestra despensa y en nuestro régimen alimenticio de manera permanente, pero no son los únicos. Además de ellos, consumimos muchas otras frutas y verduras durante la semana; pero éstos son nuestra base para el desayuno y para llevar ensaladas al trabajo.
Es valioso organizarse al inicio de la semana.
- Un manojo grande de espinacas
- Dos puños de germinados de alfalfa (algún día he de conseguir organizarme para hacerlos en casa!)
- Una piña grande
- Una papaya
- Unas veinte o veinticinco fresas.
- Unas veintidós naranjas.
Por la noche del día domingo, lavamos todo -excepto las naranjas- y desinfectamos fresas y espinacas. Todo se guarda ya arreglado en contenedores en el refrigerador.
Tip 1: Una cacerola arrocera ha sido la mejor opción para guardar las hojas de espinaca y que permanezcan frescas casi toda la semana.
Tip 2: La piña se guarda pelada y partida en cuartos, pues si se parte en trozos muy chiquitos, fermenta más rápidamente.
Tip 3: Los germinados deben escurrirse muy bien. Yo incluso empleo dos toallas de papel para darles una última secada entre mis manos. Guárdenlos tapados; una caja de plástico con tapa es lo más práctico.
Tip 3: Los germinados deben escurrirse muy bien. Yo incluso empleo dos toallas de papel para darles una última secada entre mis manos. Guárdenlos tapados; una caja de plástico con tapa es lo más práctico.
Y luego que hacemos con estos ingredientes? Varias cositas! Les dejo un par de ideas:
Idea 1. Desayuno. Batan ligeramente tres huevos con un batidor de globo. Si le añaden una cucharadita de queso rallado -tipo Manchego o Chihuahua-, queda más interesante. Calienten una sartén grande a fuego medio con un chorrito de aceite de coco o de oliva. Viertan el huevo batido y dejen que se cueza parejo. Sáquenlo con cuidado sobre una tabla, úntenle hummus de un lado y rellénenlo con germinados previamente sazonados con su vinagreta favorita, doblándolo como si fuera una gran quesadilla. Claro, acompañen con fruta fresca y un vaso de delicioso jugo de naranja recién exprimido.
Idea 2. Lonche para llevar al trabajo. Una porción de espinaca fresca partida en tiras no muy delgadas, dos o tres fresas en láminas, unos treinta o cuarenta gramos de queso de leche de cabra y un puñito de pistaches....todo en una cajita rociado con la vinagreta favorita justo antes de salir, o ya si son muy pulcros, con la vinagreta transportada por separado para bañar la ensalada justo antes de comer.
Por supuesto que hay muchos más métodos para comer fresco y sano. Este nos funciona a nosotros.
Gracias por sus comentarios!
sábado, 9 de abril de 2016
Aloysia citriodora en el sur profundo...y en la cazuela, la taza de té....
"Lo que el viento se llevó" es una novela de la escritora estadounidense Margaret Mitchell, que narra la epopeya de una familia acaudalada del sur de los Estados Unidos en el antes, el durante y el después de la Guerra de Secesión (1861-1865). La protagonista central es una beldad de fuerte carácter, decisiones muy firmes y pocos escrúpulos, la sin igual Scarlett O'Hara (o Escarlata O'Hara, según la espeluznante fórmula empleada por las traducciones al español).
Scarlett O'Hara tiene poco respeto por la humanidad en general, con algunas contadas excepciones. Su madre, Ellen de Robillard, aristocrática dama casada con un irlandés en busca de fortuna, Gerald O'Hara, se cuenta entre ellas. La figura de Ellen de Robillard, presente al inicio de la novela, es una sedante personalidad que toma con naturalidad sus deberes de esposa de un rico agricultor y se aboca a ser la madre de todos quienes giran en torno a la hacienda, Tara.
Cuando ella muere, en la mente de todos quienes la quisieron queda el recuerdo permanente de dos de sus características innatas: el crujir de sus enaguas y su aroma de limón y verbena. Cuando menos, eso es lo que dice la traducción al español, y transmite la idea de ser una fragancia proveniente de dos plantas.
En realidad, se trata de una sola especie, Aloysia citriodora, que en inglés es llamada "lemon verbena", "lemon beebrush" y que en México conocemos como "cedrón".
Este interesante arbusto de la familia Verbenaceae, tiene un aroma semejante al del limón y se emplea como infusión digestiva y refrescante. Sus tallos y hojas tienen un aceite esencial cuyo componente principal se llama citral, responsable de su delicioso aroma, junto con otros compuestos como limoneno, linalol, cineol, terpineol, y cariofileno, un aldehído sesquiterpénico al que se atribuye acción eupéptica -que ayuda a la digestión- y espasmolítica -que calma espasmos o convulsiones-.
Sus hojas secas se emplean en marinadas, aderezos y salsas para dar un toque de aroma cítrico.
La infusión —realizada con entre 5 y 20 g por litro— se utiliza como digestivo, para casos de dispepsia y dolores de estómago. Pero se la consume también como sedante ligero, ya que posee una importante cantidad de melatonina, sustancia que se usa como relajante natural y que favorece el sueño nocturno.
¿Sería por esto último que el aroma de Aloysia citriodora que emanaba Ellen de Robillard permaneció asociado con su recuerdo, y con la evocación de una época ya ida donde la existencia estaba asegurada? Quizás.
Imagen e información sobre Aloysia citriodora:
El sabueso y nuestro sabueso.
Los sabuesos tienen varias características que les sirven de herramienta a su principal actividad, que es seguir el rastro de la presa, agotarla y acorralarla.
La primera de estas características es el olfato. Con su hocico prolongado, la membrana que recubre la cavidad nasal puede tener una superficie muy grande. Dicen los estudiosos que su capacidad olfativa está muy por encima de la comprensión humana, y que otros sentidos, como el oído, carecen de importancia para ellos.
Teniendo esto en consideración, yo no sé si nuestro sabueso puede percibir a distancia el suave sonido de la puerta del refrigerador...pero de que su nariz le avisa que las viandas están saliendo de las profundidades frías para acercarse a la calidez de la estufa, de eso no tengo duda.
La segunda característica, por extraño que suene, les sirve de complemento al desempeño de su sistema olfativo: las grandes –en ocasiones enormes- orejas. Éstas les ayudan a crear corrientes de aire que acercan las partículas que pueden ser captadas por la nariz.
Nuestro sabueso, además, ayuda a barrer el suelo con las suyas. Su continuo rastrear hace que constantemente las arrastre, lo que ayuda a remover las partículas de polvo que se asientan en el piso. Como si eso no fuese poco, hay ocasiones en que las moja en sus trastes del agua y ya no solamente ayuda a barrer, también colabora con la trapeada.
Fuente de las imágenes (en el orden en que aparecen):
http://www.alpelopet.es/mascota/la-trufa-de-los-perros-debe-ser-siempre-negra
http://www.masqueladridos.com/limpieza-de-los-oidos-de-tu-perro/
http://aepes.foroes.org/t679-tosca-se-incorpora-al-equipo
http://blogs.lasprovincias.es/almasconpatas/page/2/
La primera de estas características es el olfato. Con su hocico prolongado, la membrana que recubre la cavidad nasal puede tener una superficie muy grande. Dicen los estudiosos que su capacidad olfativa está muy por encima de la comprensión humana, y que otros sentidos, como el oído, carecen de importancia para ellos.
Teniendo esto en consideración, yo no sé si nuestro sabueso puede percibir a distancia el suave sonido de la puerta del refrigerador...pero de que su nariz le avisa que las viandas están saliendo de las profundidades frías para acercarse a la calidez de la estufa, de eso no tengo duda.
La segunda característica, por extraño que suene, les sirve de complemento al desempeño de su sistema olfativo: las grandes –en ocasiones enormes- orejas. Éstas les ayudan a crear corrientes de aire que acercan las partículas que pueden ser captadas por la nariz.
Nuestro sabueso, además, ayuda a barrer el suelo con las suyas. Su continuo rastrear hace que constantemente las arrastre, lo que ayuda a remover las partículas de polvo que se asientan en el piso. Como si eso no fuese poco, hay ocasiones en que las moja en sus trastes del agua y ya no solamente ayuda a barrer, también colabora con la trapeada.
La tercera complementa a estas máquinas de rastreo: una resistencia física capaz de permitirles seguir un rastro por horas. Tal vez no son rápidos, pero sí muy constantes.
Nuestro sabueso suele darnos los buenos días con un entusiasmo exhuberante. Lejos de agotarse por ser bajado de la cama una y otra vez, vuelve a la carga con mayor energía, si cabe. A veces practica esta habilidad llevando sus orejas remojadas.
Nuestro sabueso suele darnos los buenos días con un entusiasmo exhuberante. Lejos de agotarse por ser bajado de la cama una y otra vez, vuelve a la carga con mayor energía, si cabe. A veces practica esta habilidad llevando sus orejas remojadas.
La cuarta característica es el toque final para estos extraordinarios cánidos: un temperamento constante y tenaz, que les permite concentrarse en una tarea –como seguir un rastro- e inclusive, tomar decisiones autónomas sobre el mejor rumbo para seguir el rastro. Los entrenadores ven estos rasgos como un cierto obstáculo para hacer del sabueso un perro muy obediente.
Nuestro sabueso siempre sabe que es lo que debe hacer. La cosa es que nunca consulta previamente....Fuente de las imágenes (en el orden en que aparecen):
http://www.alpelopet.es/mascota/la-trufa-de-los-perros-debe-ser-siempre-negra
http://www.masqueladridos.com/limpieza-de-los-oidos-de-tu-perro/
http://aepes.foroes.org/t679-tosca-se-incorpora-al-equipo
http://blogs.lasprovincias.es/almasconpatas/page/2/
jueves, 31 de marzo de 2016
Siete patios.
Por fin llegó la primavera! Lo digo con gozo porque el invierno estuvo largo, frío, y sobre todo, tenaz. Ya estaba avanzando el mes de marzo cuando nos seguía propinando algunos meteoros algo fuertes, aguanieve incluida. Pero finalmente, se ha ido -o eso creemos, falta que dentro de dos días caiga una helada-, y ha llegado el momento de disfrutar del aire libre en los jardines, patios, patios ajardinados. Husmeando un rato en la red me he encontrado con estas bellezas que espero les inspiren para transformar sus patios, sean grandes o pequeños, en lugares de encuentro y disfrute.
Vínculos consultados (en el orden en que aparecen las imágenes):
Ladrad perros! O....¿ladradle al perro?
Existe un actor vocal llamado Rudi Rok -comediante, actor de voz y sobre todo, mente creativa, al decir de su sitio web-. Entre sus aptitudes, se cuenta la de poder reproducir muchos sonidos de animales, con una gran fidelidad.
Es sorprendente la semejanza que tienen los sonidos que Rudi Rok emite, con los que emiten los animales -por lo menos para mi oído humano-. Pero Rudi Rok quería comprobar si los perros podían distinguir su ladrido del ladrido de un perro real. Decidió hacer un experimento en el que trataba de realizar un pequeño experimento en las comunicaciones entre perros y humanos únicamente mediante ladridos.
Las reacciones de los canes son auténticas. Vean y juzguen, pero sobre todo, disfruten.
Es sorprendente la semejanza que tienen los sonidos que Rudi Rok emite, con los que emiten los animales -por lo menos para mi oído humano-. Pero Rudi Rok quería comprobar si los perros podían distinguir su ladrido del ladrido de un perro real. Decidió hacer un experimento en el que trataba de realizar un pequeño experimento en las comunicaciones entre perros y humanos únicamente mediante ladridos.
Las reacciones de los canes son auténticas. Vean y juzguen, pero sobre todo, disfruten.
Panqué de choco-banana.
Una tarde descubrí en el frutero dos plátanos ya casi negros y sumamente suaves. Ni modo de tirarlos a la basura, así que puse manos a la obra y con algunos tropiezos –en pleno trance me di cuenta de que no tenía mantequilla en el refrigerador-, salieron estos panquecillos.
Va la receta: (1) Precalienten el horno a 180°C y preparen el molde o moldes que vayan a emplear; si son moldecitos individuales de panquecitos, lo mejor es emplear capacillos de papel. Si es un molde grande de panqué, entonces hay que enmantequillarlo y enharinarlo. (2) En un tazón grande, ciernan doscientos gramos de harina con una cucharadita de polvo de hornear y una cucharada colmada de cocoa. (3) Por separado, batan doscientos gramos de queso ricotta con tres cucharadas colmadas de azúcar. Cuando esté integrado, añadan dos huevos enteros y batan nuevamente, hasta que esté homogéneo. (4) A estos ingredientes líquidos, añádanle dos plátanos enteros, bien machacados con un tenedor e integren suavemente. (5) Añadan a la mezcla los ingredientes secos por cucharadas, integrando poco a poco –sin batir demasiado-. (6) Viértanla en el molde o moldes y, ¡al horno!
Tiempo de horneado: Depende del molde y del horno. Si emplean toda la mezcla en un solo molde grande, probablemente se tarde unos 35 minutos. Yo emplee horno eléctrico y usé mitad y mitad, es decir, que la mitad de la mezcla la hice en moldecitos individuales, y la otra en un molde grande. En ambos casos, el tiempo de horneado fueron 25 minutos. Hay que dejarlos enfriar completamente antes de desmoldarlos o retirarlos de los capacillos.
El twist: A la mañana siguiente, corté el panqué grande en tiras y las metí nuevamente al horno a 120°C durante media hora. Esto les proporcionó una textura algo más crocante por fuera, preservando el relleno húmedo.
Otro twist: Yo no lo hice, pero se puede espolvorear los panqués con azúcar glass o bien, decorarlos con el glaseado tradicional (pero ya es mucha azúcar, ojo): media taza de azúcar glass bien batida con una cucharada de leche y cucharadas de agua, añadiéndolas una por una, hasta que tenga la consistencia deseada.
Listos para una taza de buen café! con panqué de choco-banana.
Va la receta: (1) Precalienten el horno a 180°C y preparen el molde o moldes que vayan a emplear; si son moldecitos individuales de panquecitos, lo mejor es emplear capacillos de papel. Si es un molde grande de panqué, entonces hay que enmantequillarlo y enharinarlo. (2) En un tazón grande, ciernan doscientos gramos de harina con una cucharadita de polvo de hornear y una cucharada colmada de cocoa. (3) Por separado, batan doscientos gramos de queso ricotta con tres cucharadas colmadas de azúcar. Cuando esté integrado, añadan dos huevos enteros y batan nuevamente, hasta que esté homogéneo. (4) A estos ingredientes líquidos, añádanle dos plátanos enteros, bien machacados con un tenedor e integren suavemente. (5) Añadan a la mezcla los ingredientes secos por cucharadas, integrando poco a poco –sin batir demasiado-. (6) Viértanla en el molde o moldes y, ¡al horno!
Tiempo de horneado: Depende del molde y del horno. Si emplean toda la mezcla en un solo molde grande, probablemente se tarde unos 35 minutos. Yo emplee horno eléctrico y usé mitad y mitad, es decir, que la mitad de la mezcla la hice en moldecitos individuales, y la otra en un molde grande. En ambos casos, el tiempo de horneado fueron 25 minutos. Hay que dejarlos enfriar completamente antes de desmoldarlos o retirarlos de los capacillos.
El twist: A la mañana siguiente, corté el panqué grande en tiras y las metí nuevamente al horno a 120°C durante media hora. Esto les proporcionó una textura algo más crocante por fuera, preservando el relleno húmedo.
Otro twist: Yo no lo hice, pero se puede espolvorear los panqués con azúcar glass o bien, decorarlos con el glaseado tradicional (pero ya es mucha azúcar, ojo): media taza de azúcar glass bien batida con una cucharada de leche y cucharadas de agua, añadiéndolas una por una, hasta que tenga la consistencia deseada.
Listos para una taza de buen café! con panqué de choco-banana.
jueves, 24 de marzo de 2016
¡Vamos a lavar el baño!
Por Beatriz Maruri Aguilar
El cuarto de baño es un lugar delicado,
donde los gérmenes pueden florecer de manera cuasi-espontánea, una vez que han abandonado
nuestros cuerpos por alguna de tantas vías posibles. Independientemente de eso,
la textura antiderrapante de nuestro baño magnifica las huellas que se acumulan
con los días y les da el aspecto de los restos de una pelea entre dos ratas
enlodadas.
¡Guantes a las manos, y manos a la obra! Lo
primero es juntar los materiales. Ya están listas las fibras: una para el
lavabo, otra para el azulejo de la ducha y otra más, destinada a lavar el
interior del inodoro. También hay que llevar el cepillito para tallar
vigorosamente las esquinas del interior y el exterior de la ducha, donde los
hongos campean intensamente apenas me descuido. ¿Qué más? Ah, sí, la escoba, el
cepillo de mango largo para tallar el piso, el jalador para desviar el agua
jabonosa dentro de la ducha, y el trapeador bien seco. Va a terminar
escurriendo, pero orita está seco. Ya casi estamos, solamente falta el spray
anti-hongos, un balde de mediano tamaño con solución jabonosa –hecha con alguno
de esos productos cuya apariencia pone a temblar hasta a la mugre más necia-,
una cubeta con agua limpia, dos trapos secos –uno para el mobiliario de baño y
otro para los anaqueles-, un baldecito para cada una de las fibras
anteriormente mencionadas, y el tubo de detergente en polvo arranca-todo.
Para emplear semejante equipamiento en un
cuarto más bien pequeño, hay que emplear una estrategia cuasimilitar. Si lo
meto todo al interior del baño, me quedaría afuera. Entonces, voy por partes. Primero,
hay que barrer bien el piso. Pero antes de eso, hay que desocupar lo más que se
pueda el área, así que van para afuera el bote de la basura, el banquito, la
sillita y el tapete, y a barrer. Una vez que se ha juntado el polvo y las
partículas que salen de cualquier cuarto de baño, caigo en la cuenta de que no
traje el recogedor. Voy por él y aprovecho para traer algunos de los otros
implementos que se van a emplear a continuación: las fibras con sus baldes, el
agua jabonosa, el spray antihongos, el tubo de detergente en polvo
arranca-todo, el cepillito y el jalador. Como no puedo con todo, doy dos
viajes. Al regreso del segundo, me percato de que olvidé el recogedor y debo ir
a traerlo. Mientras tanto, el perro aprovechó que la puerta del baño estaba
abierta, entró a inspeccionar y esparció el montoncito de partículas que ya
estaba junto a la puerta. Lo vuelvo a juntar, lo pongo en el recogedor y salgo otra
vez al lavadero, pues ahí está el bote grande de basura. Vacío su carga.
De regreso en el baño, dispongo los
implementos en el piso y me pongo a tallar el lavabo. Esto transcurre sin
novedades, ya que no está muy sucio y es sencillo enjuagarlo, pues tiene una
llave por donde sale el agua. Voy a seguir con la regadera, solo que me siento
algo incómoda de tener ahí adentro la fibra del lavabo enjabonada y sucia, así
que salgo con ella y con su baldecito, a enjuagarla al lavadero.
De regreso en el baño, seco el lavabo y
decido continuar con la ducha. Lo primero es aplicar el spray anti-hongos en
todos los lugares sospechosos. Mientras actúa –de acuerdo con lo que dice la
etiqueta del envase-, me pongo a tallar las paredes de la ducha con la fibra
respectiva, para después darle a los hongos, de rodillas, con el cepillito.
Entonces me doy cuenta de que no traje otro balde de agua para enjuagar la
ducha, así que salgo por él. Aprovechando, me llevo la fibra de la ducha con su
respectivo baldecito, a enjuagarla al lavadero.
De regreso en el baño, continúo con la
ducha. Afortunadamente traje el balde de agua limpia, y otro baldecito –que no
es ninguno de los que ya se han mencionado- para enjuagarla a baldazos. El agua
jabonosa corre felizmente, llevándose la mugre ¡y los hongos! Le ayudo al agua
a tomar su cauce por el desagüe, con ayuda del jalador. Decido continuar con el
inodoro, y vierto de golpe parte del contenido del balde de agua jabonosa en su
interior, para que la fuerza de ese vertido desaloje la taza y la deje llena de
jabón. En esas ando, cuando de pronto me doy cuenta de que en ese líquido va
inmersa la fibra de la ducha, y a punto está de desaparecer hacia un triste
destino. Consigo rescatarla justo antes de que tape la taza y considero imperativo
enjuagarla, así que salgo al lavadero a hacerlo.
De regreso en el baño, continúo con la
tallada del interior del inodoro, auxiliada por una poderosa dosis del tubo de
detergente en polvo arranca-todo -de esos que prometen acabar con cualquier
tipo de partícula mugrosa, por inverosímil, inmundo o complejo que sea su
origen-. Una vez que lo he tallado por dentro, por fuera, arriba y debajo, hay
que enjuagarlo. Me doy cuenta de que el balde para enjuagar ya no tiene agua
suficiente, y salgo al lavadero a recargarlo. Aprovechando, llevo conmigo la
fibra del inodoro y su baldecito respectivo, para enjuagarla de una vez.
De regreso en el baño, seco la taza y me
dispongo a lavar el piso, que sigue ocupado con el balde de agua jabonosa, el
spray anti-hongos, el tubo de detergente en polvo arranca-todo, el jalador y el
cepillito. Los saco y me percato de que el balde de agua jabonosa casi se ha
terminado, así que voy al lavadero a preparar otro poco. Ya que estoy ahí,
aprovecho y también preparo la cubeta de solución acuosa con limpiador
multiusos que huele a pino –dicen-, para el trance final. Aprovechando que las
fibras anteriormente enjuagadas ya están escurridas, las acomodo y las guardo.
De regreso en el baño, decido que antes de
lavar el piso, debo quitar el polvo de los anaqueles. Los desocupo, los limpio
y los vuelvo a acomodar. Ya no quiero salir tanto al lavadero, así que el trapo
que ocupé para esta tarea se queda guardado en el bolsillo de mi mandil. Ahora
sí, vierto agua jabonosa en el piso y lo tallo como si estuviera lavando el
suelo de una carnicería. Podría continuar inmediatamente con la trapeada, pero
prefiero sacar el cepillo de mango largo de una vez, enjuagarlo en el lavadero
y llevarlo a su lugar.
De regreso en el baño, empleo el trapeador
seco para recoger lo más que se puede el agua jabonosa del piso. Solo que
–razono- ni modo que lo exprima en la cubeta de agua limpia, así que salgo al
lavadero dos veces más a exprimirlo, antes de sumergirlo en el agua con
limpiador multiusos con olor a pino –dicen-, y emplearlo a fondo para dejar el
piso de la ducha, y el del resto del cuarto, limpios, relucientes, y perfumados.
Ya solo queda esperar a que sequen un poco para volver a meter el bote de
basura, la sillita, el banquito y el tapete. Mientras eso sucede, salgo al
lavadero a enjuagar y acomodar en su sitio el trapeador, la cubeta, el balde de
agua jabonosa, el jalador y el cepillito; también regreso a su sitio el spray
anti-hongos y el tubo de detergente en polvo arranca-todo.
De pronto, me percato de que en el bolsillo
de mi mandil todavía hay un trapo sucio y algo mojado…
miércoles, 16 de marzo de 2016
O.K., Kate.
Esta semana fue publicado en el semanario “Proceso”, un
largo y detallado testimonio que la actriz mexicana –mejor dicho,
mexicana-americana- Kate del Castillo escribe para dar cuenta de cómo fue que llegó
a encontrarse con el señor Joaquín Guzmán Loera –mejor conocido como “El Chapo”-.
Es una historia que había generado cierta expectación, por estar protagonizada
por dos atractivos protagonistas: un fugitivo internacional, buscado por la
Administración para el Control de Drogas (DEA) en Estados Unidos, fugado dos
veces de cárceles de máxima seguridad en México, y una conocida actriz de larga
trayectoria que se encontró con él, estando prófugo.
Kate del Castillo explica en esta larga reseña “los motivos
del Chapo” para encontrarse con ella; el proceso novelesco por el que transitó
desde el momento en que fue contactada por medio de un correo electrónico con
un halo de misterio, hasta el de ser recibida por el capo en un lugar ignoto.
El relato está bien estructurado en el espacio y el tiempo;
la cadena de hechos está bien hilvanada y la descripción de las atmósferas
brinda cierta cantidad de detalles. No obstante, mi percepción general es que quien
escribe –probablemente es ella misma- está contenido, que hay algo que le
impide soltarse con libertad a narrar todo lo que aconteció. No es de extrañar.
Para leer la historia completa, clic aquí.
viernes, 11 de marzo de 2016
Mermelada de jengibre y manzana.
Otro invento con el jengibre. Estamos decididos a no soltarlo porque el invierno tampoco nos suelta. Con tanto frío, el organismo pide calorías y ni modo, hay que dárselas, eso sí, de la manera más sana posible. Qué mejor que esta aromática y confortante mermelada.
Va la receta! Laven, pelen -esto es opcional- y corten en porciones una porción mediana de raíz de jengibre. Pásenla por el rallador grueso, a que quede una taza. Pónganla a calentar con taza y media de agua y taza y cuarto de azúcar morena. Cuando suelte el hervor bajen la flama y dejen que hierva suavecito durante unos 30-35 minutos.
Cuando falten unos diez minutos para que se cumplan los 30-35 minutos del paso anterior, laven bien y corten en cuadritos muy muy pequeñitos dos manzanas de la variedad "red delicious". Vayanlos sumergiendo en una taza de agua con medio limón exprimido, para evitar que se oxiden.
Y añádanles con ayuda de una cuchara grande a la mezcla de jengibre con jarabe que hierve en la estufa. En este mismo paso, añadan una cucharadita de canela en polvo, mezclen bien y tapen para que siga hirviendo suavemente, otros veinticinco minutos.
Remuevan de vez en cuando con una pala de madera. Poco a poco esa mezcolanza se transformará en esta deliciosa, especiada mermelada que pueden untar en pan o galletas, añadir al yogur, a la fruta fresca...
El twist: Para una experiencia dizque "gourmet", combinen la mermelada, en un pan integral tostado, con rebanadas delgaditas de queso de cabra. Uuuuuuuuy.
Otro twist: Añadan nuez picada -no demasiado fina, debe sentirse la textura- al final del cocimiento y mézclenla bien. Esos trocitos de nuez serán una grata sorpresa.
Va la receta! Laven, pelen -esto es opcional- y corten en porciones una porción mediana de raíz de jengibre. Pásenla por el rallador grueso, a que quede una taza. Pónganla a calentar con taza y media de agua y taza y cuarto de azúcar morena. Cuando suelte el hervor bajen la flama y dejen que hierva suavecito durante unos 30-35 minutos.
Y añádanles con ayuda de una cuchara grande a la mezcla de jengibre con jarabe que hierve en la estufa. En este mismo paso, añadan una cucharadita de canela en polvo, mezclen bien y tapen para que siga hirviendo suavemente, otros veinticinco minutos.
Remuevan de vez en cuando con una pala de madera. Poco a poco esa mezcolanza se transformará en esta deliciosa, especiada mermelada que pueden untar en pan o galletas, añadir al yogur, a la fruta fresca...
El twist: Para una experiencia dizque "gourmet", combinen la mermelada, en un pan integral tostado, con rebanadas delgaditas de queso de cabra. Uuuuuuuuy.
Otro twist: Añadan nuez picada -no demasiado fina, debe sentirse la textura- al final del cocimiento y mézclenla bien. Esos trocitos de nuez serán una grata sorpresa.
Buen provecho! Si alguien se anima a hacerla, cuénteme que le pareció por favor.
jueves, 10 de marzo de 2016
El aguamanil, ese bello acompañante.
Dedicado al Rancho San José.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define al aguamanil como un “Jarro con pico para echar agua en la palangana o pila donde se lavan las manos, y para dar aguamanos”. También acepta esta otra acepción: “Palangana o pila destinada para lavarse las manos”. En mi imaginario infantil, yo siempre concebí al aguamanil como el conjunto de ambas piezas, la jarra de asa alta y la palangana amplia, de cerámica vidriada, colocados discretamente en su base de herrería, al fondo del pasillo, con una toalla limpia colgando y la pastilla de jabón dispuesta en su platillo.El vocablo “Aguamanil” me traslada a algunos momentos de mi infancia, en estancias breves en un hermoso casco, propiedad de familia querida. Tal vez por eso siento que esta palabra lleva encerradas en sus cuatro sílabas las costumbres de las familias de antes, cuyas casas a veces contaban solamente con una toma de agua en el exterior o cuando mucho, en la cocina. Pronuncio “aguamanil” y siento el cariño de los anfitriones que llevaban este sofisticado accesorio a la habitación del huésped como parte de los pertrechos para hacerla acogedora, tal vez junto con una gruesa vela en un candelero de bronce, una lámpara de aceite y cuidadas cobijas con aroma de encierro. Recuerdo el sosiego de las noches en el campo, solamente interrumpidas por el murmullo de algún insecto y por los ruidos discretos de alguien que se levantaba a atender alguna necesidad. Atisbo el recato de las anfitrionas, las señoras de la casa, que a la mañana siguiente cubrían la palangana con un paño limpio y almidonado, para llevarla así velada a verter su contenido en algún rincón secreto.
La evocación me ha producido unas enormes ganas de, algún día, tener el mío en la esquina de la recámara que comparto con mi esposo, como un hermoso detalle decorativo -las casas deben de ser bellas! y esto no quiere decir que deban ser lujosas-, evocador de tiempos pasados, remembranza de todas esas hermosas sensaciones de los días familiares…y estoy segura, también, servicial para ahorrar algo de agua en las abluciones matutinas.
viernes, 4 de marzo de 2016
Cocina acogedora.
Hace no mucho escuché decir a alguien que, para las familias y personas que no tienen riquezas acumuladas -por no decir "los que viven al día"-, la cocina es el lugar de reunión familiar por excelencia.
Puede que tenga razón. Imagine usted a los protagonistas de series de los años ochenta, como "Dinastía", o de perdida las hermanas Linares -las malas- de "Rosa Salvaje", discutiendo en la cocina. No, ¿verdad? Las discusiones de los ricos tienen glamour: son en el comedor, en el salón, o ya de plano con mucho caché, en la biblioteca, con los protagonistas elegantemente vestidos mientras se confiesan pecados tremebundos y se echan en cara reproches que sonrojarían al más pintado.
En fin, me estoy desviando del tema. El caso es que el resto de nosotros, los mortales, tenemos que darnos los buenos días, las buenas noches, las buenas noticias y las malas también mientras le movemos a los frijoles, lavamos los trastes o pasamos un trapo por n-ésima vez sobre las heroicas superficies de loza, cerámica, madera o formaica. Todo ello ataviados, claro está, con un cómodo delantal y unos zapatos viejos.
Será que paso tanto tiempo en la cocina, que me agrada ver fotografías e ideas para decorarla. No es que lo vaya a hacer....tal vez tampoco ustedes. Pero, aquí les dejo una pequeña selección de imágenes y sitios de internet para inspirarse y continuar haciendo de nuestras maravillosas cocinas el escenario digno de las trascendentales charlas de la vida cotidiana.
Mi favorita: la que era un establo y ahora es cocina!
Puede que tenga razón. Imagine usted a los protagonistas de series de los años ochenta, como "Dinastía", o de perdida las hermanas Linares -las malas- de "Rosa Salvaje", discutiendo en la cocina. No, ¿verdad? Las discusiones de los ricos tienen glamour: son en el comedor, en el salón, o ya de plano con mucho caché, en la biblioteca, con los protagonistas elegantemente vestidos mientras se confiesan pecados tremebundos y se echan en cara reproches que sonrojarían al más pintado.
En fin, me estoy desviando del tema. El caso es que el resto de nosotros, los mortales, tenemos que darnos los buenos días, las buenas noches, las buenas noticias y las malas también mientras le movemos a los frijoles, lavamos los trastes o pasamos un trapo por n-ésima vez sobre las heroicas superficies de loza, cerámica, madera o formaica. Todo ello ataviados, claro está, con un cómodo delantal y unos zapatos viejos.
Será que paso tanto tiempo en la cocina, que me agrada ver fotografías e ideas para decorarla. No es que lo vaya a hacer....tal vez tampoco ustedes. Pero, aquí les dejo una pequeña selección de imágenes y sitios de internet para inspirarse y continuar haciendo de nuestras maravillosas cocinas el escenario digno de las trascendentales charlas de la vida cotidiana.
Vínculos consultados (en el orden en el que aparecen las imágenes):
jueves, 3 de marzo de 2016
El perro cojo, poema de Manuel Benítez Carrasco.
Hermoso poema del español Manuel Benítez Carrasco, Granadino (1922-1999).
Normalmente quien menos tiene, es quien más da.
Normalmente quien menos tiene, es quien más da.
Con una pata colgando,
despojo de una pedrada,
pasó el perro por mi lado,
un perro de pobre casta.
Uno de esos callejeros,
pobres de sangre y estampa.
Nacen en cualquier rincón,
de perras tristes y flacas,
destinados a comer
basuras de plaza en plaza.
Cuando pequeños, qué finos
y ágiles son en la infancia,
baloncitos de peluche,
tibios borlones de lana,
los miman, los acurrucan,
los sacan al sol, les cantan.
Cuando mayores, al tiempo
que ven que se fue la gracia,
los dejan a su ventura,
mendigos de casa en casa,
sus hambres por los rincones
y su sed sobre las charcas.
Qué tristes ojos que tienen,
que recóndita mirada
como si en ella pusieran
su dolor a media asta.
Y se mueren de tristeza
a la sombra de una tapia,
si es que un lazo no les da
una muerte anticipada.
Yo le llamo: psss, psss, psss.
Todo orejas asustadas,
todo hociquito curioso,
todo sed, hambre y nostalgia,
el perro escucha mi voz,
olfatea mis palabras
como esperando o temiendo
pan, caricias... o pedradas,
no en vano lleva marcado
un mal recuerdo en su pata.
Lo vuelvo a llamar: psss, psss.
Dócil a medias avanza
moviendo el rabo con miedo
y las orejitas gachas.
Chasco los dedos; le digo:
"ven aquí, no te hago nada,
vamos, vamos, ven aquí".
Y adiós la desconfianza.
Que ya se tiende a mis pies,
a tiernos aullidos habla,
ladra para hablar más fuerte,
salta, gira; gira, salta;
llora, ríe; ríe, llora;
lengua, orejas, ojos, patas
y el rabo es un incansable
abanico de palabras.
Es su alegría tan grande
que más que hablarme, me canta.
"¿Qué piedra te dejó cojo?
Sí, sí, sí, malhaya".
El perro me entiende; sabe
que maldigo la pedrada,
aquella pedrada dura
que le destrozó la pata
y él, con el rabo, me dice
que me agradece la lástima.
"Pero tú no te preocupes,
ya no ha de faltarte nada.
Yo también soy callejero,
aunque de distintas plazas
y a patita coja y triste
voy de jornada en jornada.
Las piedras que me tiraron
me dejaron coja el alma.
Entre basuras de tierra
tengo mi pan y mi almohada.
Vamos, pues, perrito mío,
vamos, anda que te anda,
con nuestra cojera a cuestas,
con nuestra tristeza en andas,
yo por mis calles oscuras,
tú por tus calles calladas,
tú la pedrada en el cuerpo,
yo la pedrada en el alma
y cuando mueras, amigo,
yo te enterraré en mi casa
bajo un letrero: «aquí yace
un amigo de mi infancia».
Y en el cielo de los perros,
pan tierno y carne mechada,
te regalará San Roque
una muleta de plata.
Compañeros, si los hay,
amigos donde los haya,
mi perro y yo por la vida:
pan pobre, rica compaña.
Era joven y era viejo;
por más que yo lo cuidaba,
el tiempo malo pasado
lo dejó medio sin alma.
Y fueron muchas las hambres,
mucho peso en sus tres patas
y una mañana, en el huerto,
debajo de mi ventana,
lo encontré tendido, frío,
como una piedra mojada,
un duro musgo de pelo,
con el rocío brillaba.
Ya estaba mi pobre perro
muerto de las cuatro patas.
Hacia el cielo de los perros
se fue, anda que te anda,
las orejas de relente
y el hociquillo de escarcha.
Portero y dueño del cielo
San Roque en la puerta estaba:
ortopédico de mimos,
cirujano de palabras,
bien surtido de intercambios
con que curar viejas taras.
"Para ti... un rabo de oro;
para ti... un ojo de ámbar;
tú... tus orejas de nieve;
tú... tus colmillos de escarcha.
Y tú, -mi perro reía-,
tú... tu muleta de plata".
Ahora ya sé por qué está
la noche agujereada:
¿Estrellas... luceros...? No,
es mi perro cuando anda...
con la muleta va haciendo
agujeritos de plata.
martes, 1 de marzo de 2016
Oreos, doritos y Mr. Trump.
Desde que dio inicio a su campaña en pos de la candidatura del partido republicano a la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump ha hecho del discurso duro una de sus constantes, teniendo como eje principal el hacer de los mexicanos el blanco de sus más severas acusaciones. Después de su primer acto -aquel en el mezzanine de las Trump Towers-, declaró ante algún medio que su discurso había sido “improvisado”. Si hemos de creerle, yo afirmaría que esa improvisación se convirtió en el pilar de su campaña (algo parecido a lo que a Vicente Fox le sucedió con el archifamoso “hoy, hoy, hoy”), dada la cantidad de veces en que posteriormente ha hablado del tema con el mismo tono.
Las reacciones a las violentas y poco políticas declaraciones de Mr. Trump han sido muy variadas: solidarias -empresarios, actores, cineastas, chefs famosos que se niegan a hacer negocios con el magnate-, internacionales -personajes de todo el mundo manifestando su rechazo y su repudio a sus virulentas declaraciones-, y hasta grotescas -como la perfectamente olvidable y espantosa canción “Todos somos México”, producida por Emilio Estefan en un momento que, seguramente, juzgó oportuno-.
En este fragor electoral, algo que me llama poderosamente la atención es el seguimiento al comportamiento de algunas minorías -concretamente, las hispanas, y todavía de manera más precisa, los “mexicanos” residentes en Estados Unidos- en los medios de comunicación. Contra lo que cualquiera pensaría, existe un interesante porcentaje de “mexicanos” que se manifiestan a favor no solamente de que Mr. Trump sea el candidato del partido republicano, sino que se convierta en el próximo inquilino de la Casa Blanca. Léase el siguiente artículo publicado por el muy afamado Huffington Post:
http://www.huffingtonpost.com/2015/07/24/donald-trump-mexicans-new-hampshire_n_7864980.html
La postura de estos “mexicanos” se endurece hasta el punto de afirmar que la frontera estadounidense debería permanecer “cerrada” para México al menos 10 años. Lo de "mexicanos" va entrecomillado no por moler, sino porque, en realidad estas personas, que se autodenominan mexicanos, hace ya tiempo que no lo son. Se incluyen en ese grupo y su postura al apoyar a Mr. Trump les hace muy distinguibles. Pero, no por pertenecer a cierto grupo se piensa de alguna manera y estos “mexicanos” son el ejemplo. Esto me lleva al punto que quería tratar.
En los Estados Unidos, las archifamosas galletitas "Oreo" han servido para denominar, irónicamente, a los ciudadanos de color que piensan como blancos. A black person with a white mind. Y existe aún un término más complejo: “reverse oreo”, que se refiere a una persona que, siendo de piel blanca, ojos azules y cabello rubio, piense como una de color. Supongo que esas son las "Uh-oh!" Oreos.
A manera de analogía, quiero referirme a estos ciudadanos de origen mexicano cuyas familias llevan viviendo en Estados Unidos al menos una generación. O dos. Personas cuya fisonomía es de mexicano, pero cuya mente e ideas han dejado de serlo desde hace ya tiempo. Hijos de migrantes que hablan el español en sus casas con un fuerte acento americano, y que en público no se sienten cómodos haciéndolo. Nietos de migrantes que ya no saben más que unas pocas palabras en español y ya no tienen intención de aprenderlo. Estos americanos tan poco mexicanos vendrían a ser como un Dorito, es decir, una fritura que parece hecha de tortilla y que “pica”, pero que ni es tortilla ni pica en realidad.
Reitero, no por pertenecer a cierto grupo se piensa de alguna manera, pero los estereotipos generalizan de manera engañosa.
Lo importante, por sobre todas las cosas, es ejercer la facultad de pensar. Eso lo puede hacer toda la gran variedad de grupos que existen en Estados Unidos. Y habiendo pensado cuidadosamente, elegir de manera madura, estando dispuestos a afrontar las consecuencias de nuestra elección. En el caso de los partidarios de Mr. Trump, quienes mucho alaban su facultad de decir las cosas "sin pelos en la lengua", como decimos en México, deseo simplemente que sopesen lo que significa tener en la Casa Blanca a alguien que esgrime la intolerancia como su mejor argumento, en un país donde el racismo y la discriminación están lejos de haberse terminado -y para muestra, basta una Oreo- y donde las matanzas por motivos de intolerancia son cosa de todos los días. Sólo por mencionar un hecho, que conste, no es por moler.
Las reacciones a las violentas y poco políticas declaraciones de Mr. Trump han sido muy variadas: solidarias -empresarios, actores, cineastas, chefs famosos que se niegan a hacer negocios con el magnate-, internacionales -personajes de todo el mundo manifestando su rechazo y su repudio a sus virulentas declaraciones-, y hasta grotescas -como la perfectamente olvidable y espantosa canción “Todos somos México”, producida por Emilio Estefan en un momento que, seguramente, juzgó oportuno-.
En este fragor electoral, algo que me llama poderosamente la atención es el seguimiento al comportamiento de algunas minorías -concretamente, las hispanas, y todavía de manera más precisa, los “mexicanos” residentes en Estados Unidos- en los medios de comunicación. Contra lo que cualquiera pensaría, existe un interesante porcentaje de “mexicanos” que se manifiestan a favor no solamente de que Mr. Trump sea el candidato del partido republicano, sino que se convierta en el próximo inquilino de la Casa Blanca. Léase el siguiente artículo publicado por el muy afamado Huffington Post:
http://www.huffingtonpost.com/2015/07/24/donald-trump-mexicans-new-hampshire_n_7864980.html
La postura de estos “mexicanos” se endurece hasta el punto de afirmar que la frontera estadounidense debería permanecer “cerrada” para México al menos 10 años. Lo de "mexicanos" va entrecomillado no por moler, sino porque, en realidad estas personas, que se autodenominan mexicanos, hace ya tiempo que no lo son. Se incluyen en ese grupo y su postura al apoyar a Mr. Trump les hace muy distinguibles. Pero, no por pertenecer a cierto grupo se piensa de alguna manera y estos “mexicanos” son el ejemplo. Esto me lleva al punto que quería tratar.
En los Estados Unidos, las archifamosas galletitas "Oreo" han servido para denominar, irónicamente, a los ciudadanos de color que piensan como blancos. A black person with a white mind. Y existe aún un término más complejo: “reverse oreo”, que se refiere a una persona que, siendo de piel blanca, ojos azules y cabello rubio, piense como una de color. Supongo que esas son las "Uh-oh!" Oreos.
A manera de analogía, quiero referirme a estos ciudadanos de origen mexicano cuyas familias llevan viviendo en Estados Unidos al menos una generación. O dos. Personas cuya fisonomía es de mexicano, pero cuya mente e ideas han dejado de serlo desde hace ya tiempo. Hijos de migrantes que hablan el español en sus casas con un fuerte acento americano, y que en público no se sienten cómodos haciéndolo. Nietos de migrantes que ya no saben más que unas pocas palabras en español y ya no tienen intención de aprenderlo. Estos americanos tan poco mexicanos vendrían a ser como un Dorito, es decir, una fritura que parece hecha de tortilla y que “pica”, pero que ni es tortilla ni pica en realidad.
Reitero, no por pertenecer a cierto grupo se piensa de alguna manera, pero los estereotipos generalizan de manera engañosa.
Lo importante, por sobre todas las cosas, es ejercer la facultad de pensar. Eso lo puede hacer toda la gran variedad de grupos que existen en Estados Unidos. Y habiendo pensado cuidadosamente, elegir de manera madura, estando dispuestos a afrontar las consecuencias de nuestra elección. En el caso de los partidarios de Mr. Trump, quienes mucho alaban su facultad de decir las cosas "sin pelos en la lengua", como decimos en México, deseo simplemente que sopesen lo que significa tener en la Casa Blanca a alguien que esgrime la intolerancia como su mejor argumento, en un país donde el racismo y la discriminación están lejos de haberse terminado -y para muestra, basta una Oreo- y donde las matanzas por motivos de intolerancia son cosa de todos los días. Sólo por mencionar un hecho, que conste, no es por moler.
El dato inútil.
Por cierto....¿Sabía usted que la famosa galletita de chocolate con cremoso relleno de vainilla se fabrica en cuando menos, otros treinta sabores entre los que se cuentan plátano, menta, dulce de leche, crema de café, limón, mantequilla de maní…? Amén de presentaciones grandes, chiquitas, en forma de pastel, en helado...
jueves, 25 de febrero de 2016
Ahí viene el coco.
Atole de coco. ¿Mañanas frías? ¿Noches congeladas? No se preocupen! Una taza de este brebaje y queda uno calientito y además, contento.
Va la receta: (1) Coloquen un litro de leche (entera, deslactosada, descremada...como prefieran) y una taza de coco rallado en la estufa, para que vayan calentándose. (2) Mientras tanto, disuelvan una cucharada y media de almidón de maíz (maizena) en media taza de agua fría. (3) Cuando la leche con coco esté caliente, a punto de soltar el hervor, añadan la maizena disuelta en agua y muévanlo constantemente con una pala, durante unos 4 minutos. (4) Sírvanlo en su taza favorita.
Va la receta: (1) Coloquen un litro de leche (entera, deslactosada, descremada...como prefieran) y una taza de coco rallado en la estufa, para que vayan calentándose. (2) Mientras tanto, disuelvan una cucharada y media de almidón de maíz (maizena) en media taza de agua fría. (3) Cuando la leche con coco esté caliente, a punto de soltar el hervor, añadan la maizena disuelta en agua y muévanlo constantemente con una pala, durante unos 4 minutos. (4) Sírvanlo en su taza favorita.
Almíbar de gengibre.
Están terminándose los fríos pero no está de más compartir tips de preparados y recetas que ayuden a combatir los resfriados.
Les dejo esta receta para hacer una especie de mermelada/almíbar de jengibre. Si uno sufre un resfrío, el jengibre es bueno para el organismo, pues tiene propiedades diaforéticas. Esto quiere decir que incrementa la temperatura del organismo y le hace a uno sudar.
Va la receta: (1) Laven muy bien -con escobetilla- dos o tres raíces medianas de gengibre, séquenlas y pélenlas con el pelador, y en los tramos muy intrincados, con un cuchillito filoso. Corten las raíces en trozos y piquenlas a que queden cuadritos pequeños. (2) Midan en una taza lo que les quedó de jengibre picado (ojalá sea una taza), y pónganlo a cocer con iguales volúmenes de agua y azúcar, preferentemente mascabado. (3) A cocerlo en la estufa! Con la lumbre bajita y que hierva por espacio de una hora, al menos.
Y después que hacemos con este brebaje mieloso, picoso y dulce? Pues se lo pone uno al pan, a la avena con leche...incluso al te! Algo diferente: sobre fruta fresca (con rebanadas de manzana es una delicia!), combinado con una cucharada de queso ricotta.
Para leer más sobre las propiedades de esta valiosa raíz, clic en los siguientes enlaces:
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/10/141002_bondades_jengibre_finde_dv
https://es.wikipedia.org/wiki/Zingiber_officinale
Les dejo esta receta para hacer una especie de mermelada/almíbar de jengibre. Si uno sufre un resfrío, el jengibre es bueno para el organismo, pues tiene propiedades diaforéticas. Esto quiere decir que incrementa la temperatura del organismo y le hace a uno sudar.
Va la receta: (1) Laven muy bien -con escobetilla- dos o tres raíces medianas de gengibre, séquenlas y pélenlas con el pelador, y en los tramos muy intrincados, con un cuchillito filoso. Corten las raíces en trozos y piquenlas a que queden cuadritos pequeños. (2) Midan en una taza lo que les quedó de jengibre picado (ojalá sea una taza), y pónganlo a cocer con iguales volúmenes de agua y azúcar, preferentemente mascabado. (3) A cocerlo en la estufa! Con la lumbre bajita y que hierva por espacio de una hora, al menos.
Y después que hacemos con este brebaje mieloso, picoso y dulce? Pues se lo pone uno al pan, a la avena con leche...incluso al te! Algo diferente: sobre fruta fresca (con rebanadas de manzana es una delicia!), combinado con una cucharada de queso ricotta.
Para leer más sobre las propiedades de esta valiosa raíz, clic en los siguientes enlaces:
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/10/141002_bondades_jengibre_finde_dv
https://es.wikipedia.org/wiki/Zingiber_officinale
El borzoi que no subió al Titanic
El borzoi es una elegante raza de perros de origen ruso. Uno los ve y se figura estar contemplando la crema de la aristocracia perruna: tienen patas largas y esbeltas, ondulan graciosamente sus cabelleras de color claro, lucen hocico estrecho, perfilado, casi como una nariz respingada -en humano-. Dignos acompañantes de la familia imperial rusa, estos galgos fueron criados para corretear en cacerías que buscaban exterminar al lobo siberiano.
La palabra "borzoi" deriva de la expresión rusa "borzáya sobáka", que quiere decir "perro veloz". Es difícil imaginar a un animal de estampa tan elegante correr sin descanso detrás de un lobo, y todavía más cuando se sabe que son de temperamento más bien tranquilo, poco dado a los ladridos. Este rasgo tan discreto, junto a su magnífico aspecto, han hecho del borzoi un modelo perfecto para diversos artistas. Sus lineas alargadas y armónicas deben haber proporcionado largas horas de placentero trabajo a pintores como Georges Jules Victor Clairin, ilustrador francés de finales del siglo diecinueve, que retrató un indolente y flojeroso borzoi a los pies de la entonces famosísima actriz Sarah Bernhardt.
Foto 1. ROVER_JP (Flickr).
Foto 2. Wikipedia.
La palabra "borzoi" deriva de la expresión rusa "borzáya sobáka", que quiere decir "perro veloz". Es difícil imaginar a un animal de estampa tan elegante correr sin descanso detrás de un lobo, y todavía más cuando se sabe que son de temperamento más bien tranquilo, poco dado a los ladridos. Este rasgo tan discreto, junto a su magnífico aspecto, han hecho del borzoi un modelo perfecto para diversos artistas. Sus lineas alargadas y armónicas deben haber proporcionado largas horas de placentero trabajo a pintores como Georges Jules Victor Clairin, ilustrador francés de finales del siglo diecinueve, que retrató un indolente y flojeroso borzoi a los pies de la entonces famosísima actriz Sarah Bernhardt.
Recostada en un diván, con un vestido orlado de piel en los puños y en el ruedo, la actriz mira fijamente al pintor, mientras el perro, enroscado sobre la alfombra, yergue levemente las orejas y busca con los ojos algo que ha atraído su atención. ¿Acompañaría este hermoso animal a la actriz en sus giras?
Quien sí se hizo acompañar de un borzoi a bordo de un barco, fue nada menos que el Capitán Edward John Smith, quizás uno de los más famosos en el imaginario colectivo. Fue bajo el mando del Capitán Smith que el RMS Titanic se hizo a la mar aquella mañana del diez de abril de 1912. De orígenes humildes, Edward John Smith dió inicio a su carrera naval en 1869, como aprendiz en la White Star Line. Su carrera fue ascendente, pasando de cuarto oficial a primero, y finalmente, capitán en el Britanic, el Majestic y el Olympic. Para cuando le es asignada la responsabilidad del timón del Titanic, Edward John Smith es ya un hombre maduro, lobo de mar, tardíamente casado, padre de una hija, y dueño de un hermoso perro llamado "Ben".
La imagen muestra al Capitán con su magnífico perro borzoi en la cubierta de una nave. Edward John Smith luce una cuidada barba blanca y un impecable uniforme de botonadura cruzada. El perro jadea en el momento de la fotografía, sujeto por una pequeña correa de la mano derecha de su amo.
Diversas fuentes coinciden en señalar que el perro fue un regalo de Benjamin Guggenheim a la hija de Smith, que tenía la misma edad que la suya propia. Es un poco curioso que el nombre asignado al can haya sido la contracción de el del magnate; pero si ambos hombres eran amantes de los perros, esto debió haber sido bien recibido.
Además del amor por los animales, Smith y Guggenheim tuvieron una coincidencia fatídica: ambos perdieron la vida aquella noche del catorce al quince de abril de 1912. Smith, de sesenta y dos años, en el puente del barco; Guggenheim, de cuarenta y siete, en el salón, elegantemente vestido y habiendo pronunciado la frase: "nos vestimos con lo mejor y estamos dispuestos a morir como caballeros".
Ben, el borzoi, no acompañó a su amo en el viaje.
Foto 1. ROVER_JP (Flickr).
Foto 2. Wikipedia.
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